El mundo y las provincias de Río Negro y Neuquén viven una tensa calma, inducida por la pausa de 90 días en los aranceles recíprocos de Estados Unidos. Donald Trump es el ideólogo tanto de la implementación como de la “tregua”.
Si bien hubo antes decisiones y trascendidos que podían hacer prever la aplicación de tan disruptiva política, es posible señalar el 2 de abril de 2025 como el “día D”. Fue entonces cuando Estados Unidos anunció la aplicación de aranceles del 34% para importaciones provenientes de China, del 20% para la Unión Europea, del 25 % para Corea del Sur, del 24 % para Japón, del 32 % para Taiwán y del 10% para otros países (entre ellos, Argentina).
El impacto macroeconómico y regional de la medida tiene un gran atenuante: el petróleo crudo está exento de estas alícuotas incrementales. Esto resulta muy relevante, ya que el complejo hidrocarburífero es el que más exporta desde Argentina a Estados Unidos, según indica el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). Asimismo, en el primer trimestre del 2025 el país norteamericano se convirtió en el principal comprador del petróleo crudo extraído en Vaca Muerta, de acuerdo con datos oficiales.
A nivel agregado, lo más significativo para la economía argentina de este cambio arancelario radica en sus efectos indirectos. Un ejemplo de ello es que el precio internacional del barril de petróleo crudo tocó mínimos en cuatro años durante el punto álgido de la guerra comercial global, por lo temores a una recesión mundial. Si los aranceles recíprocos fueran retomados tras el fin de los 90 días de suspensión, como está previsto, el golpe directo no se sentiría tanto en la macroeconomía nacional como sí en determinados sectores de actividad, como el cárnico, el siderúrgico o, incluso, el de la fruticultura de la Patagonia.
Referentes de la actividad regional han manifestado su preocupación por los posibles perjuicios de las medidas proteccionista de Donald Trump. Los más recientes datos de exportación de frutas a Estados Unidos desde la Patagonia argentina son auspiciosos. Ahora, sin embargo, se multiplican los interrogantes y los temores.
Estados Unidos, un actor clave para las peras y cerezas de la Patagonia
La primera potencia mundial reviste, sin lugar a duda, fundamental importancia para la fruticultura de la Patagonia en general, y de Río Negro y Neuquén en particular. Y no solo eso: los últimos datos de exportación desde la región hacia el país norteamericano han mostrado una tendencia prometedora.
Según los mensuarios estadísticos del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), en 2024 se exportaron a Estados Unidos 45.077 toneladas de peras frescas desde Río Negro y Neuquén. Se mantuvo como el tercer destino foráneo más importante para esa producción norpatagónica, representando el 13,1% del total de los envíos.
El comienzo de la actual campaña frutícola augura un 2025 con una provechosa relación comercial con Estados Unidos. En los dos primeros meses del 2025, se enviaron desde Río Negro y Neuquén 19.666 toneladas de peras a ese país, el nivel más alto para tal bimestre del que se tenga registro.
Pero la pera no es la única producción patagónica para la que Estados Unidos juega un papel preponderante. En la temporada 2024/2025 (hasta febrero), se enviaron 2.615,5 toneladas de cerezas producidas en Chubut, Río Negro, Neuquén y Santa Cruz.
Tal volumen constituye un récord en el intercambio bilateral cerezas patagónicas, y consolida a Estados Unidos como el principal destino de esa fruta. Es la cuarta temporada consecutiva en que el país norteamericano ocupa el primer lugar, representando más de un tercio de las exportaciones de cerezas de la región.
Pero la fruticultura no es el único sector de actividad en la Patagonia que se vería afectado por los aranceles recíprocos. Por ejemplo, entre el 20% y el 25% de los vinos exportados desde Río Negro y Neuquén tienen como destino la primera potencia mundial, según confirmaron desde el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).
Impacto significativo de los aranceles de Donald Trump en la fruticultura y el vino argentino
Actualmente, las peras y las cerezas argentinas tienen arancel cero en el mercado estadounidense. De retomarse los ahora pausados aranceles recíprocos, los efectos podrían verificarse tanto en términos de volúmenes enviados como en los márgenes de rentabilidad de los actores locales.
La pregunta clave es quién asumirá el costo adicional: los consumidores, vía incrementos de precios finales, o los productores vía reducción de márgenes (que podría derivar en la inconveniencia de seguir exportando a Estados Unidos). Los referentes consultados se inclinan por la segunda hipótesis.
Nicolás Sánchez, presidente de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), sostuvo que la decisión de Trump es “algo hípernegativo” y se mostró escéptico sobre un eventual traslado de los aranceles a los precios de las frutas patagónicas en el mercado interno estadounidense. “Allá pagan la manzana lo mismo que pagaron toda la vida, a diferencia de lo que acá estamos acostumbrados”, marcó.
“Este costo lo va a absorber el productor argentino, no el consumidor estadounidense”, señaló en la misma línea Aníbal Caminiti, gerente de la Cámara Argentina de Productores de Cerezas Integrados (Capci). En ese sentido, consideró que el incremento de costos será significativo, ya que se pasa de un arancel del 0% a uno del 10%. “Dentro de los principales mercados, Estados Unidos es el único con arancel cero. Nosotros tenemos que competir en la Unión Europea con un arancel del 12%, en Reino Unido del 12%, en China del 10%, en India del 30%, en Tailandia del 40%, y así puedo seguir”, agregó el dirigente cerecero.
Ninguno de los entrevistados descarta que esto derive en un menor volumen de exportaciones a Estados Unidos. En particular, Sánchez estima que el impacto en los envíos de peras se podría verificar recién a partir del año que viene “porque ya se exportó gran parte del volumen de esta temporada y porque con la suspensión de 90 días toda la ventana de exportación a Estados Unidos quedaría exenta del gravamen”. En cuanto a las cerezas, la última temporada exportadora finalizó en marzo, por lo que los perjuicios se podrían verificar también a partir de la próxima campaña.
Sánchez manifestó su preocupación por la posibilidad de que las frutas que dejan de ingresar a Estados Unidos provoquen una sobreoferta global y, en consecuencia, una fuerte caída de precios y de exportaciones. “Todo esto es un caos y hay que ver bien cómo se acomoda, estamos todos sorprendidos: productores, consultores, clientes, todos”, indicó.
En la vitivinicultura las perspectivas no son mejores. Antes, el vino argentino pagaba un arancel fijo de seis centavos de dólar por litro en la primera potencia mundial. Ahora, se establece un arancel único del 10%. “Es una medida totalmente recesiva y sería un factor que profundice la caída del consumo que ya venimos padeciendo”, dijo Rodolfo Rubio, jefe de la Delegación General Roca del INV, y cuya jurisdicción abarca toda la Patagonia argentina. Por tal razón, espera una caída de exportaciones y menores ganancias para los exportadores de Neuquén y Río Negro.
No obstante, hay lugar para el optimismo. ¿Pueden los diferenciales de aranceles ser una ventana de oportunidad para la fruticultura regional? Sánchez cree que sí. “Sudáfrica, por ejemplo, tiene un arancel mucho más alto que nosotros, y eso puede llegar a generar alguna oportunidad”, marcó el presidente de la CAFI. También hay esperanzas puestas en que la relación bilateral entre Argentina y Estados Unidos derive en un beneficioso acuerdo comercial, o incluso en que la tregua temporal de Estados Unidos devenga en una marcha atrás definitiva en tan agresiva política arancelaria. Al fin y al cabo, con Trump nunca se sabe.
El tipo de cambio: un alivio que no llegó
Los exportadores argentinos esperaban por una actualización cambiaria que morigerara los efectos perjudiciales de tan adverso panorama global. Esto no sucedió.
Con el desarme del cepo cambiario, llegó la unificación del tipo de cambio. En la previa el gran interrogante estaba en el precio de convergencia: ¿más cerca del techo de la banda o más cerca del piso de la banda?
El dólar blend, que era el tipo de cambio al que se liquidaban las exportaciones argentinas hasta el 11 de abril, se despidió cotizando a $1.129,76. Ya con el mercado cambiario liberado, el tipo de cambio al que se convierten los dólares provenientes de la exportación se ubicaba al cierre de esta edición ligeramente por debajo de ese valor.
Cabe preguntarse, entonces, si el atraso cambiario no existía, tal y como ha sostenido el Gobierno. La fuerte reducción del superávit comercial y el abultado déficit en la balanza de turismo no parecen abonar esa teoría.
A fuerza de intervenciones directas en los mercados cambiarios paralelos y un régimen de crawling peg, el Gobierno mantenía a rayas las cotizaciones del dólar antes de la eliminación de los controles de cambio. Hoy nada de eso existe. En cambio, el carry trade en un contexto de mayor desregulación financiera asoma como nueva causa subyacente del peso persistentemente apreciado.
Mientras tanto, los sectores orientados a la exportación padecen. “La política arancelaria de Trump se suma a una pérdida de competitividad muy grande que está sintiendo el sector cerecero por mantenerse un tipo de cambio que no se condice con el incremento de costos que hemos tenido”, aseveró Caminiti.