Apenas días después de que el laboratorio AstraZeneca admitió por primera vez en el Reino Unido que su vacuna contra contra el Covid-19 puede desencadenar el síndrome de trombosis con trombocitopenia (TTS) en casos extremadamente raros, llega un nuevo giro en contra de esa marca: ya no se venderán dosis de AstraZeneca en la Unión Europea.
La medida del stop de ventas en Europa entrará en vigencia este martes, luego de que la Comisión Europea aceptara un pedido presentado el 5 de marzo por la propia empresa farmacéutica para retirar el producto del mercado.
La vacuna de AstraZeneca fue una de las primeras en aplicarse en Argentina, justo después de la rusa Sputnik, y fue la gran apuesta del Gobierno de Alberto Fernández, que además de consagrarla como la primera de las vacunas por las que se firmó contrato por 22 millones de dosis, decidió que, en parte, se fabricara en el país.
Esta vacuna también fue la que más efectos adversos registró en Argentina, donde dejó de aplicarse durante el segundo año de la pandemia.
La noticia sobre los efectos adversos "admitidos" por AstraZeneca -que en realidad es una declaración judicial- se dio en el contexto de una demanda colectiva presentada en Inglaterra por quienes afirman haber sufrido efectos adversos graves luego de recibir esa inyección, que fue desarrollada en colaboración con la Universidad de Oxford.
"Ahora trabajaremos con los reguladores y nuestros socios para alinearnos en un camino claro a seguir para concluir este capítulo y nuestra contribución significativa a la pandemia de Covid-19", apuntaron desde la filial española de esa farmacéutica, a través de un comunicado oficial publicado por el diario El País.
La vacuna registraba casos de trombosis que derivaron en la limitación del producto durante 2021. Los juicios aceleraron los tiempos de explicaciones y la semana pasada se hizo público que AstraZeneca admitía por primera vez, en documentos oficiales, que su vacuna podía provocar efectos adversos poco comunes.
La vacuna en cuestión -a diferencia, por ejemplo, de la de Pfizer, con tecnología de ARN mensajero, o la rusa Sputnik, que se preparó con adenovirus humanos- es en base a un adenovirus de chimpancé como plataforma.
Una vez en el cuerpo, el organismo genera la respuesta inmunitaria a ese antígeno sin causar enfermedad. En su momento, la doble dosis AstraZeneca probó una eficacia de entre el 85% y el 90% contra la enfermedad sintomática del Covid-19.
Una vacuna "demorada" en Argentina
Cuando se firmó en contrato compartido con México, se determinó que el principio activo de la vacuna se produciría en el laboratorio argentino Mabxience de Garín y se completaría el envasado en territorio azteca. Los primeros lotes fabricados de esa forma deberían haber llegado a la Argentina en marzo de 2021, pero finalmente llegaron a fin de mayo de ese año.
Esto fue así pese a que el expresidente argentino y la ex ministra de Salud, Carla Vizzotti, visitaron por separado la fábrica de envasado mexicana para "agilizar" el envío.
Según el contrato firmado en noviembre de 2020, Argentina debía recibir 2.382.000 vacunas en marzo y 4.040.000 en abril del año siguiente.
A eso se sumaban, según lo pactado originalmente, 4.040.000 cuya fecha en el cronograma era fin de mayo de 2021; 3.451.000 de junio de ese año; y 8.518.000 más hasta el 31 de julio. Eran 22.431.000 dosis por un costo total de 89,6 millones.
El impacto de AstraZeneca en el país
Ya en septiembre 2020 AstraZeneca y Oxford fueron noticia por haber suspendido la fase 3 de esa vacuna por un efecto adverso grave, del que no trascendieron detalles.
Por ahora, el laboratorio insiste en que, a pesar de estos riesgos extremadamente bajos de efectos adversos de gravedad, los beneficios concretos de la vacunación superan los efectos secundarios que sólo son posibles.
En enero de este año, el Ministerio de Salud de la Nación publicó por primera vez un informe detallado sobre cuáles fueron los efectos adversos graves asociados a la inmunización y a qué laboratorios correspondieron.
En el periodo de análisis -que comprendió desde el inicio de la campaña de vacunación, a fines de diciembre de 2020, hasta el 30 de abril de 2023- el primer dato a destacar es que sobre un total de 64.010 efectos adversos registrados en todo el país (sobre más de 100 millones de aplicaciones), sólo 3.149 fueron graves. Esto es, 2,7 cada 100 mil dosis suministradas.
Pero hoy toma relevancia el segundo dato a destacar: el detalle por laboratorio da cuenta de que la mayor diversidad de efectos adversos graves la tuvo la vacuna de AstraZeneca, que acaparó 19 de las 33 enfermedades relevadas. Le siguió Sputnik V, con 15 afecciones diferentes; Sinopharm, con 10; Pfizer, con 7; y Moderna, con 5. De otras marcas utilizadas en menor volumen no se informaron datos.
El trastorno con mayor incidencia de todos los clasificados se dio con la vacuna de AstraZeneca: fue el síndrome de trombosis, con una tasa de 0,05 cada 100 mil aplicaciones.
Los otros dos síndromes de mayor incidencia para AstraZeneca fueron el de trombocitopenia autoinmunitaria (0,03 cada 100 mil) y el de Guillain-Barré (misma proporción).
La trombocitopenia inmunitaria produce moretones y sangrado producto del bajo nivel de plaquetas, que son las células que ayudan a coagular la sangre. El síndrome de Guillain-Barré ocurre cuando el propio sistema inmunitario daña las neuronas y causa debilidad muscular y a veces parálisis.
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