El Barcelona le dijo adiós a Javier Mascherano. En el club culé, el
“Jefe” no tenía lugar en la posición en la que había hecho toda su carrera,
pero eso no le impidió amoldarse y resurgir en otra ubicación en la cancha.
En el equipo catalán, Mascherano actualizó su sistema operativo. La
máquina de luchar y batallar, que lo hizo merecedor del “Masche y diez más” de
Diego Maradona, cambió en Barcelona. Se modernizó. Llegó a Barcelona tras ser
titular y muy querido por los hinchas del Liverpool. En el primer día de su
arribo al club culé, Josep Guardiola lo recibió en su oficina con música
clásica y le disparó: “¿Vos sabés que venís acá a no jugar, no?”. El titular en
su puesto era Busquets. Lejos de amedrentarse, respondió: “Quedate tranquilo
que conmigo no vas a tener problema”.
El equipo al que arribó Mascherano se movía al ritmo de Xavi e
Iniesta. Los dos directores de orquesta que se dedicaban a ponerle música al
Barcelona desde el mediocampo. El tercero era Busquets. Jugaba de mediocentro.
El puesto del “Jefe” de la Selección Argentina. Por ductilidad, habilidad y,
sobretodo, por capacidad de pasar la pelota, el volante central argentino no
tenía forma de sobreepasar al español. Así fue como, casi de casualidad, una
lesión lo transformó.
En una entrevista a ESPN, Mascherano contó que la decisión la tomó Pep
Guardiola sin consultar. “Hubo un partido en el que jugamos con Almería y en la
segunda parte juego como central”, explicó. Y agregó: “No me preguntó nada, ni
siquiera lo habíamos entrenado”. Ese encuentro se jugó el 9 de abril en el Nou
Camp. Gabriel Milito salió lesionado y, en su lugar, ingresó el mediocampista –
delantero Pedro. Guardiola movió fichas. Keita, que ese día fue titular, fue de
volante central, Pedro por la izquierda y, Mascherano, que era el cinco de ese
equipo pasó a ocupar el lugar de Milito en la zaga. Barcelona ganó 3 a 1 con,
cuándo no, dos goles de Messi.
PUBLICADO EL 24-01-2017