“La primera vez que lo vi estaba de civil en un procedimiento. Habían
atrapado en Bariloche a una homicida que vivía largamente escondida en un
sector boscoso en las afueras de la ciudad. Intercambimos teléfonos. Tiró
datos. Fue preciso. Una fuente real”.
“Hace unos meses me llegó un mensaje suyo. Quería contarme algo a
propósito del policía asesinado Lucas Muñoz. “Algo que se desprendía” del
homicidio, me explicó. El escenario.
Este joven policía fue fusilado en julio de 2016 y todavía se
investigan las causas. Hay voces dentro del gobierno de Río Negro y la Justicia
provincial que especulan con que era un eslabón menor de una cadena de
narcotraficantes y ladrones que integraban sus propios compañeros y autoridades
de la fuerza. Toda la cúpula policial de Bariloche fue relevada de sus
funciones por este caso en una acción directa del gobernador Alberto
Weretilneck”.
“Fui citado en una esquina del centro de Bariloche. A las 23 exactas.
“Vení solo”, dijo. El centro suele ser un sitio fantasmal a tales horas. Había
un automóvil viejo. Necesitaba urgente chapa y pintura. Desde adentro se
prendió una linterna. Alguien extendió el brazo del lado del chófer y abrió la
puerta del acompañante. Apurate, vení, dijo y entré a la oscuridad. El hombre
-¿agente encubierto?- tomó un grueso cuaderno de la guantera que parecía tener
décadas. En verdad, tenía 10 años de investigaciones apuntadas, me aseguró”.
“Su confesión sería única y enciclopédica. No habría otra reunión. Lo
hacía porque dos años había participado de un operativo frustrado en el que un
“grupo especial” estuvo a horas de captar uno de los mayores cargamentos de una
de las bandas más poderosas que todavía existen en la región de la Patagonia y
en el país”.
“Del modo en que él me contó esta historia de narcotráfico, sicarios
colombianos, prostitución, coches de alta gama y yates cruzando el mapa colosal
de la Patagonia, ahora se las cuento yo”.
“Lucas era un peón. No es nada. Tal vez andaba en alguna. Capaz
conocía a alguien, tenía datos, movía. Capaz le gustaba la joda. El negocio de
la merca acá es mucho grande que la cana aunque la cana es un correo seguro.
¿Quién le mete perros a un coche de la policía? La mayoría de los policías
tienen ese extra. Completan el sueldo. Pero no son importantes. Los canas
ayudan a que el escenario sea el correcto nada más. Si subís al Alto (de
Bariloche) un viernes o sábado vas a ver multitud de autos lustraditos y
pendejos y viejos, todos comprando merca. Es un clásico. Pero eso no es un
negocio. Es trapicheo. Acá la posta es que los que la mueven, la muevan sin
problemas, libremente y para eso tenés que tener contentos a todos. El
trapicheo da los extras para bancar un negocio mayor”.
Así comienza. Como una metralleta, mientras intento grabar cada
palabra en mi mente. Cada dato. Cada cifra.
De acuerdo a su relato, la verdadera función de una parte de la
policía es crear ciudades y localidades abiertas. Las “esterilizan” para que la
mercancía fluya sin interrupciones o miradas molestas. Con este fin, los narcos
reparten sueldos paralelos y crean bandas de adolescentes proto militares en
los barrios difícil que vigilan las esquinas.
La misma información me la confirma un policía de alto rango poco
después: “Diría que en Bariloche, hum, hay varios comisarios con doble sueldo,
unos 40 policías con extras, si ganan 15 mil, reciben 15 más, por mes”,
calcula.
Durante los saqueos de diciembre de 2012 en Bariloche, a consecuencia
de los cuales la ex presidenta Cristina Fernández ordenó destituir al ex
intendente Omar Goye, observé en primera fila a estas bandas de “niños
guerreros”. Decenas de ellos, algunos claramente excitados por algún tipo de
estupefaciente, haciendo retroceder a la Policía local a los piedrazos.
“Son ellos los que manejan, venden droga y dinero. Responden a sus
jefes y a cambio reciben. Los ves en coches nuevitos. Con ropa de marca.
Celulares caros. Hasta que caen y aparece otro”, me cuenta también una
referente vecinal del barrio 2 de Abril. “Pero no te confundas algunos canas
trabajan con ellos”, me aclara la mujer.
“De acá para Chile las movidas son de 500 kilos. Un camión con 500
kilos. Son los camiones que entran y salen de la Argentina con patente chilena
y sellados. No los abrís. Llevan el seguro. Parece una boludez pero tenés que
tener mucha guita, muchos contactos y una red muy aceitada para que funcione.
Necesitás un chófer chileno, un camión con patente chilena, un cargamento que
vaya atrás de los pescados. Tenés que tener adornados a una de las dos aduanas.
La que pueda abrir el camión, esa tiene que trabajar para vos. ¿Cuántos tipos
tienen la guita y el poder para organizar algo de este tamaño?”, sigue mi
fuente desde las sombras del automóvil.
Miles de camiones con cargamentos de fruta y pescado principalmente
entran por los pasos fronterizos que hay entre la Argentina y Chile. Uno de los
más usados es el Cardenal Samoré. Los vehículos de porte chilenos se “saltan”
la intrincada e imposible geografía chilena por territorio argentino de sur a
norte o al revés. Sus cargamento ingresan sellados y así salen. Al entrar en
Chile los aduaneros y personas del ministerio de Agricultura ltrasandinos los
abren y los examinan.
De acuerdo al Servicio Nacional de Aduanas de Chile, ya en 2015,
cruzaban cada día, solo por este paso fronterizo, 100 camiones y 23 colectivos
de larga distancia. Más de 40 mil vehículos anuales con carga.
La Policía Federal de Neuquén y Río Negro ha detectado embarques de
cocaína en volúmenes crecientes en los últimos 5 años: 500 a 700 kilos y hasta
2 toneladas. El comercio es dinámico. Chile es un mercado primario aunque
interesante. Una vez que la droga atraviesa la frontera del otro lado de la
cordillera de inmediato pasa a valer el doble. Y Chile es la puerta de entrada
al océano Pacífico y su borde costero. Las posibilidades son enormes.
Diversas investigaciones periodísticas, como las de Misha Glenny en”McMafia,
el crímen sin fronteras”, Francesco Forgione en “Mafia for Export” y las de
Roberto Saviano en “Gomorra” y especialmente en “Cero Cero Cero”, han
demostrado que solo los carteles colombianos, asociada a los carteles de
mexicanos y grupos mafiosos del sur de Italia y Francia son capaces de
trasladar estos volúmenes. Algunos utilizan los puertos del norte de Brasil
para alcanzar Sicilia. Otros optan por algo menos convencional: el sur para
disparar hacia el Atlántico en un recorrido que los deja en España. Pero los
actores son los mismos y las toneladas similares. Si superan los 500 kilos, hay
carteles detrás de la operación.
“Los camiones entran y salen. Tenés que agarrar a la compañía justa,
al propietario justo, saber quien financia al camión, al cargamento, a la
patente, la marca, lograr que los jueces te autoricen a intervenir los
celulares. Estos tipos compran de a varios camiones y hacen sociedad con
chilenos en Chile. Son dueños de empresas camioneras de transporte. No podés
saber con tanta exactitud cual lleva el cargamento. Se ha estado a punto. Pero
los tipos tienen hasta cinco, ocho celulares y hablan de modo fragmentario. Es
un rompecabezadas que hay que construir y si te falta un celular no podés saber
quién carajo lleva la merca. Una vez en un paso fronterizo de Neuquén se estuvo
muy cerca, muy cerca. Faltaron dos celulares. Los investigadores llegaron a
saber el día y la hora pero no el camión. Faltó ese celular. El juez dijo, no,
no pueden intervenir todos los celulares de una persona, es contra su derecho a
la privacidad, una boludez así”, relata.
-¿Nombres?
-Pesado
-¿Procedencia?
-Operación local de largo alcance
-¿Continúa operando?
-Exitosamente y hay nuevos jugadores sobre la mesa.
-¿Por ejemplo?
-Tipos que manejan prostitutas compraron galpones, están ampliando el
negocio porque ven que se puede.
En un Audi por la ruta 3 cargado de droga
La Patagonia es una vía amplia y rápida si se pagan los “peajes”
adecuados. Entre Neuquén y Santa Cruz hay alrededor de 2500 kilómetros de rutas
con pocas interrupciones. Lo obvio en ocasiones permanece oculto ante nuestros
ojos. ¿Qué hay exactamente tan abajo que justifique mover media tonelada de
mercancía en un acoplado que supuestamente lleva salmón?
“No bajan solo camiones. Acá lo importante es el movimiento, el
sistema. Si tenés material pero no lo podés mover a ninguna parte de qué te
sirve. ¿Quién es el principal sospechoso? ¿Quién puede mover toneladas de lo
que sea? El dueño de una empresa de camiones. Arrancá por ahí. O por quién tiene
la plata para pagar por un camión nuevo. ¿Cuanto te sale un camión hoy? 3
palos. 4 palos. 5 palos. Buenos, necesitas 10 ponele. ¿Tenés 50 palos que te
sobren? Si te agarran uno, cagaste, 5 palos a la basura más tu media tonelada
de merca. Esto es al mayoreo. Carga grande, estructuras grandes”, cuenta.
-Me dijiste que no solo “bajan” camiones.
-Si, también usan coches de alta gama, pesados, resistentes. Volvo,
Mercedes Benz, Audi. Con esos bajan por la ruta 3 hasta Ushuaia. Van de a dos
en dos. También en cargamentos de 500 kilos. Otra cosa obvia.
-¿Quién baja?
-¿Quién está en condiciones de mover 500 kilos? ¿Conocés a alguien?
-No
.¿Seguro? ¿No mirás películas, vos? ¿No mirás documentales?
-Qué carajo sé yo: Pablo Escobar.
-Bueno, está muerto, pero sí, colombianos o paraguayos o argentinos
que trabajan para carteles colombianos y mexicanos.
-¿Cómo saben “ustedes” (aunque no sé quiénes son “ustedes” con
exactitud) que existe este tránsito en el cual confluye mercancía colombiana o
boliviana con choferes colombianos?
“Bajan en coches de alta gama. Van a mucha velocidad por la 3 cuando
no hay policía cerca. No los podés seguir. Si los para un perejil le tiran unos
mangos o le ponen una cara de poker y ahí termina. Si los para Gendarmería,
tienen todo en regla, turistas. Auto caro. Parecen medio diplomáticos, medio
agregados comerciantes, medio representantes de la Cámara de Comercio de lo que
sea, pero son carteros. No podés tocarlos tan fácil. Endulzan muy arriba. Ojo
viajan a lo seguro, con pasaporte y a ruta abierta. Se sabe porque los han
parado y algunos quedaron en cana, fueron descuidados. Son confianzudos. Los
requisaron. A otros los detuvieron y los dejaron seguir para ver hasta dónde
llegaban o porque andan con la tarasca en el bolsillo y pagan o no sé”, explica.
-¿Y a dónde van?
-Puertos de la Patagonia. Iban mucho a Ushuaia, el control de veleros
y yates es muy bajo. De ahí a Europa vía Cabo de Hornos o Buenos Aires o
Brasil.
La línea de transporte es un vertiginoso trayecto en picada para
después subir por mar hacia Europa. Colombia, Bolivia, Mendoza, Atacama,
Iquique y Santiago en Chile, cruce a Mendoza, Cordillera, Cardenal Samoré,
Bariloche, Ruta 3, Puerto San Julián, Puerto Santa Cruz, Río Gallegos, cruce a
Punta Arenas en Chile, Estrecho de Magallanes, Ushuaia. La mercancía tiene un
productor que necesita un transporte que necesita un territorio por el cual
correr, que necesita estar custodiado. Todos ponen de su parte. La policía
local. Los choferes extranjeros. Los asesinos a sueldo. Las bandas.
“Desde hace unos años vienen entrando al país sicarios mexicanos,
colombianos a la Patagonia. Se detectaron dos en 2016 en Bariloche, por
ejemplo. Vinieron en la época en que mataron a Muñoz. Pero pudieron venir por
otros motivos”, cuenta.
La aparición de sicarios en el sur lo confirman otras fuentes. En el
extremo sur de Chile se han visto asesinos a sueldo que trabajaban para
carteles colombianos.
Sicarios en la Patagonia
Ahora estoy en un prostíbulo de una pequeña ciudad de la Patagonia.
Una chica en una pequeña barra pone música tropical con videos de Youtube. Casi
20 dólares el wishky pero lo entregan lleno. Súper medida. Me han dicho que
algunas de las mujeres conocen a sicarios operando en la región. No soy tímido.
Pregunto de frente mientras invito tragos. Son reticentes como es de esperar,
pero sus gestos no denotan miedo sino hastío, enojo. Vienen de Colombia,
República Dominicana, Haití, Ecuador. Lo peor de sus mundos es algo que quieren
dejar a sus espaldas. Entre el volumen de la música, entre los bailes de
hombres mayores que buscan alguna forma de redención en la juventud que abunda
en estos locales, ellas me confirman la presencia de asesinos. No quieren dar
detalles. Hay peligro y también un profundo agotamiento. “Hijos de puta, no me
importan”, me dice una. “Algunos se cansan de matar, se arrepienten, buscan
otra vida. Otros siguen y van viendo el panorama de acá”, explica otra. Alguien
me pasa un dato bizarro. Un sicario trabaja en una estancia y su dueño lo
maltrata. El asunto escala a tal punto que llega a una oficina del Trabajo en
un pueblo. El hombre, increíblemente, se confiesa frente al inspector: “mire,
yo mataba gente en Colombia, y ya no quiero más, por eso lo vine a denunciar a
este hombre que me grita, me insulta y me golpea”. Palabras más palabras menos.
Un abogado me transmite los detalles.
“Hay personas que están escapando de la droga, la violencia, las
bandas que había en sus ciudades y ahora se encuentran con que están acá, que
llegaron y hacen lo mismo”, reconoce una joven delgada, de color y vestida con
mínimas prendas azules.
En julio de 2017, la Policía de Río Negro detuvo, durante una
averiguación de antecedentes rutinaria en la localidad de Chichinales, a tres
hombres, dos colombianos y un mexicano. Uno de los colombianos era integrante
de Las Maras y había estado detenido ya detenido en Costa Rica.
En junio de 2014 fue desarticulada una banda de siete narcotraficantes
colombianos que operaba en Neuquén capital. Les encontraron numerosas armas,
100 mil pesos, drogas de diverso tipo. Eran liderados por Johan
SebastiánGrajales, buscado en su país de origen por dos homicidios ocurridos en
2013. En septiembre de 2017 en Punta Arenas, ciudad del extremo sur de Chile,
la Brigada Antinarcóticos detuvo a tres colombianos en el marco de la
investigación de una red de tráfico. Tenían en su poder cocaína, marihuana y
dinero en dólares, pesos chilenos y argentinos.
Los ejemplos crecen y crecen. "Desde el país se saca una cantidad
de droga imporante fundamentalmente a Europa", señaló en noviembre de 2016
a medios locales, el jefe de la Policía de Tierra del Fuego, comisario Nelson
Moreira. Moreira apuntó a que había vuelos que entraban a la provincia, pero
subrayó que Santa Cruz ayuda de modo directo al tráfico por la falta de
controles.
“En la provincia de Tierra del Fuego y fundamentalmente en la
provincia de Santa Cruz existen miles de kilómetros cuadrados donde no hay
control ni ningún tipo de autoridad con presencia efectiva. Eso favorece el
movimiento clandestino”, relató. Una de las organizaciones que capturaron en su
provincia en 2015 fue denominada "Banda de los Audi".
“Los circuitos de distribución son internacionales pero siempre se
radican en ciudades y geografías que los narcos terminan manejando. Pagan extras,
regalan, prestan, facilitan, suman gente, se asocian. Cuando empieza a morir
gente en un lugar es cuando hay narcos importantes dando vuelta. Esos no dan
escarmientos, las faltas se pagan con un tiro en la nuca o peor”, relata la
fuente.
La charla
se termina. Bajo. Saludo con poca convicción y me marcho. Cuando empieza a
morir gente….
(*) (Por
Claudio Andrade – Periodista Clarín - https://galloclaudiopop.blogspot.com.ar
)
PUBLICADO EL 23-01-2017