Lo solicitó la fiscal de San Martín, Mariana
Piwarczuk, por tener "pruebas evidentes" de pedofilia por parte del
sacerdote.
El caso del cura acusado de abusar de dos chicas
del colegio de la parroquia San José Obrero de Caseros empieza a tener
determinaciones judiciales concretas. El fiscal de la causa pidió la detención
del sacerdote Carlos José, que había renunciado a su cargo religioso, aunque el
Vaticano rechazó esa decisión por "no tener ninguna validez" ya que
debió pedir un procedimiento de "pérdida del estado clerical".
El sacerdote tiene por delante un futuro juicio
penal acusado de pedofilia contra dos chicas, que ahora son mayores, pero que
al momento del delito tenían 10 años.
Con el pedido de la fiscal de San Martín, Mariana
Piwarczuk, la Justicia podría acorralar después de más de una década al cura
denunciado.
"Es increíble cómo el seminario lo sigue
encubriendo. Hacer esto público hizo que otras chicas pudieran denunciarlo. Si
lo encubre la Iglesia, es porque algo quieren esconder", expresó Mailín
Gobbo, una de las dos chicas que lo denunciaron.
Mailín les habló a las mujeres que tienen miedo de
hacer otras denuncias. "Decidí exponerme para que otras chicas pudieran
hablar. Siento que se está haciendo Justicia. Ya que no esté caminando entre la
gente es algo. Me siento aliviada de haberlo dicho", afirmó la joven, de
29 años.
Los testimonios que acorralaron al cura Carlos José
Mailin Gobbo fue la primera que denunció al
sacerdote. La chica sufrió durante la adolescencia consecuencias directas del
abuso, sin entender qué le pasaba. Se quiso quitar la vida y estuvo en
tratamiento psicológico durante años hasta que logró desentrañar lo que le
ocurrió. Contó que cuando era nena había sido abusada por el confesor de la familia
que seguía yendo a su casa. Un día, se lo dijo a su familia, que la apoyó. En
una visita del cura, la mamá de Mailin le dijo: "Sos un degenerado".
Primero negó todo y después confesó.
Jazmín Detez fue la otra denunciante. Carlos José
le había enseñado a nadar a los 10 años. En la pileta, frente a todos sus
hermanos, la tocaba hasta que le hacía doler. Cuando ella le preguntó a su
hermana si el sacerdote la acariciaba "raro", la respuesta negativa
hizo que creyera que era todo producto de su imaginación. "Me abrazaba
fuerte delante de las maestras en el recreo, me besaba en el cuello. Y cuando
me confesaba me hacía sentar sobre sus piernas y me tocaba las piernas y el
cuerpo por encima de la ropa. Yo me ponía dura, quería pararme", recordó.
PUBLICADO EL
14-07-2017
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