El más grande pisó fuerte en la ‘Bombonera’


Con una gran actuación, River superó 3-1 a Boca en el Superclásico y se puso a cuatro puntos, teniendo un partido pendiente. Gallardo acertó una vez más en el planteo, mientras que el Pity Martínez y Driussi la rompieron.

River ganó bien, fue muy superior cuando se propuso sacar la ventaja, así como supo defenderse en los momentos difíciles hasta rematar a su rival mediante un contragolpe letal. Este River es un equipazo, con todas las letras. Sabe manejar la pelota con criterio, lastima en los metros finales y es agresivo en la recuperación, insoportable, generoso tanto en el circuito como a la hora de quitarle la pelota al local. No hay otro sentimiento que el de orgullo y plena identificación por la mentalidad ganadora sin importar la cancha ni la circunstancias.

El Millonario jugó un primer tiempo de lujo al punto que podría haberse ido al descanso con una goleada. Fue enorme la diferencia futbolística y actitudinal. Tras un comienzo extraño, por el esguince de rodilla que sufrió Milton Casco -Camilo Mayada entró para ocupar la banda izquierda- y las chances claras desperdiciadas por ambos equipos, llegó la apertura del marcador gracias a una buena jugada colectiva. River atacó, Boca rechazó, Leonardo Ponzio capturó el despeje, buscó a Jorge Moreira y el paraguayo la abrió para que Sebastián Driussi enviara el centro que Gonzalo Martínez definió de manera brillante. Golazo.

Lejos de bajar la marcha, dosificar esfuerzos y apostar al contragolpe, recurso que hubiera sido válido por la obligación del dueño de casa, River siguió controlando el desarrollo porque le dio sentido a cada pase, entendió qué espacios usar para profundizar cada avance. Fue un equipo corto, voraz en todas las fases del juego, concentrado al máximo. El medio campo cumplió diferentes misiones de forma eficaz. Y semejante superioridad sobre el puntero sirvió para estirar la diferencia a los 23 minutos, cuando un contragolpe veloz fue rechazado y el Pity, la gran figura del encuentro, leyó la segunda jugada para asistir a Lucas Alario, cuyo zurdazo vulneró la resistencia de Agustín Rossi.

Dos goles arriba, el 4-4-2 de Marcelo Gallardo mezcló momentos de dominio con la apuesta al contraataque. Estuvo muy cerca del tercero en cada réplica, aunque a esa altura cuidó bien cada zona, supo recortarle espacios a Boca y se perfilaba para la goleada de un momento para otro. Lamentablemente, surgieron problemas que torcieron el rumbo: los fallos localistas de Patricio Loustau, que permitió ejecutar un tiro libre rival cuando ya había pasado el tiempo descontado, y un error grave de Augusto Batalla, debido a que se equivocó en el cálculo al saltar en la ejecución de Fernando Gago.

¿Qué pasó en ma segunda parte? El panorama cambió. River contó con posibilidades para nuevamente sacar dos tantos, aunque también sufrió más de la cuenta. Martínez, el mejor al desequilibrar siempre por el costado izquierdo -enorme decisión táctica del Muñeco por las bandas, una prueba de ello es que el Pity e Ignacio Fernández asistieron a sus compañeros por esa vía-, salió lesionado. Rodrigo Mora lo reemplazó: el 4-3-3 quedó como dibujo en lugar del 4-4-2. Batalla no dio seguridad, pero le negó el empate a Boca, contando también con la gran ayuda de Jonatan Maidana y Lucas Martínez Quarta, fundamentales en cada despeje.

Sin lucidez en varios tramos del complemento -incluso con un Alario cansado por el desgaste físico, producto de la desesperación por alejar el riesgo y contragolpear, River no pudo tener la pelota con continuidad. Siempre fue intenso. Pese a ello, pasó muchos sobresaltos hasta que un quite de Nacho en el medio rompió todo porque abasteció a Driussi, que a diferencia de otro mano a mano previo de Carlos Auzqui, liquidó la historia para el inolvidable 3-1. Un triunfo soñado del Más Grande, histórico en plena Bombonera.




PUBLICADO EL 14-05-2017
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