Cada vez que entramos en el ciberespacio nos
sumergimos en un mundo diferente, aunque no nos movamos físicamente. ¿Qué
ocurre dentro de nuestro cerebro? ¿Cómo cambiamos nuestro comportamiento? La
ciberpsicóloga forense Mary Aiken lo analiza en su libro "The cyber
effect".
Cuando entramos en el ciberespacio, no siempre somos
concientes de que nos adentramos en un mundo virtual donde el tiempo pasa más
rápido, y pensamos y nos comportamos de manera muy distinta a como lo hacemos
en el mundo real.
La ciberpsicóloga forense Mary Aiken lo describe
como un "mundo hiperconectado" en el que "todo se
amplifica" (lo bueno, como el altruismo, y lo malo, como la delincuencia)
y nos volvemos mucho más vulnerables.
"La tecnología se ha infiltrado en cada uno de
los aspectos de nuestra vida", escribe Aiken en su libro The Cyber Effect
(2016), en el que habla del comportamiento humano en internet.
"Estamos viviendo un momento histórico muy
emocionante en el cual están cambiando muchos aspectos de la vida en la Tierra.
Pero lo nuevo no siempre es bueno y tecnología no es sinónimo de
progreso", dice la psicóloga, cuyo trabajo en el FBI e Interpol inspiró la
serie televisiva CSI Cyber.
Aiken dice que, una vez que entramos en el
ciberespacio (el mundo digital), "viajamos" a un lugar diferente en
el que nuestras emociones y percepciones se transforman. Muchos no se dan
cuenta. Están sentados en el sofá de su casa y cuando están online nada cambia.
En su mente no se fueron a ningún lugar, pero las condiciones son diferentes a
las de la vida real. Por eso nuestros instintos nos fallan en el
ciberespacio".
Aiken y otros psicólogos como Patricia Wallace (The
Psychology of the Internet, 1999) o John Suler (The Psychology of Cyberspace,
2001 y 2004) llevan años investigando este fenómeno.
Y estos son algunos de los efectos que han
observado.
1. "Puedo ser quien quiera ser"
(desinhibición online)
En internet nos ponemos el traje de superhéroes y
nos desinhibimos, alentados por la sensación de anonimato. "Este efecto es
muy interesante porque hace que la gente haga cosas en el mundo cibernético que
no haría en el mudo real", le contó Aiken a la BBC.
Los seres humanos somos menos amables en internet
que en persona, y más proclives a ofender a los demás. Una de las razones es la
invisibilidad que nos proporciona internet, la ilusión del anonimato.
2. "No me conocés" (anonimato
disociativo)
¿Conocés realmente a las personas con las que
interactuás en internet? La mayoría de las personas en internet no saben quién
sos.
Cuando tenemos la posibilidad de separar nuestras
acciones del mundo real y de nuestra identidad, nos sentimos menos vulnerables
a la hora de abrirnos a los demás. Y este efecto tiene como consecuencia otros
efectos, como el de la reunión online.
"En un estado mental menos inhibido, las
personas con ideas afines se encuentran más fácilmente", explica Aiken.
"Si sos una niña de 13 años con un problema alimenticio, ¿cuáles eran las
probabilidades de que conocieras a alguien con una condición similar antes de
internet? Ahora con dos clics podés encontrar a personas afines".
3. "No podés verme" (invisibilidad)
Internet nos otorga el poder de la invisibilidad,
por eso somos más abiertos a la hora de compartir nuestras cosas con los demás.
La oportunidad de ser invisible amplifica el efecto desinhibidor.
No tenés que preocuparte sobre cómo te ves o cómo
sonás cuando decís (tecláas) algo y podés evitar el contacto visual.
Otra de las consecuencias de esta invisibilidad es
lo que Aiken llama "cibersocialización", una forma acelerada de
socialización potenciada por las redes sociales y la manera en que nos
comunicamos en internet.
Y también la minimización de la autoridad. "Si
la gente no puede verte o a lo que te rodea, no saben si sos el presidente de
una empresa o una persona 'normal'. [...] En internet, la autoridad se
minimiza. La gente está mucho más dispuesta a hablar o comportarse mal",
explica Suler.
4. "¿Cuánto tiempo ha pasado?"
(distorsión del tiempo)
Como en el cuadro surrealista de Dalí, en internet
el paso del tiempo es misterioso. "Hacé esto la próxima vez que te
conectes a internet: sacá el reloj de tu pantalla y, de vez en cuando, ponete a
prueba para ver si sos capaz de calcular con acierto el paso del tiempo",
sugiere Aiken.
Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado en los
últimos años. En febrero de 2017, un grupo de psicólogos del Centro de
Neurociencia Cognitiva y Sistemas Cognitivos de la Universidad de Kent, Reino
Unido, publicó un estudio en el que aseguraban que tendemos a subestimar las
horas que pasamos en redes sociales como Facebook.
La razón es que internet modifica nuestro proceso
de atención. A esta distorsión del tiempo habría que sumar el asincronismo del
universo virtual: la interacción en internet no ocurre en tiempo real, y no
tener que tratar con reacciones inmediatas hace que nos relajemos.
5. "Es sólo un juego" (imaginación
disociativa)
Internet no es un juego de niños, pero muchos
tienen esa percepción. Suler dice que en internet nos sentimos como personajes
imaginarios que "creamos" y que existen en un espacio diferente, la
dimensión digital. "Es un mundo soñado, fuera de las responsabilidades del
mundo real [...]. Separamos o disociamos la ficción online de los hechos offline.
La ciberabogada Emily Finch dijo que algunos ven su
vida en internet como una especie de juego con reglas y normas que no se
aplican en su vida diaria. "Una vez que apagan la computadora y vuelven a
su rutina del día a día, creen que pueden dejar atrás su identidad en el
juego", explica Suler. "¿Por qué deberían ser responsables de lo que
ocurre en ese mundo de ficción que no tiene nada que ver con la
realidad?".
PUBLICADO EL
10-05-2017
POR
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