(*) Nuevamente, los habitantes de
la región quedamos expuestos a la reiterada actitud de gremios de empleados del
Estado -de Rio Negro y del Neuquen- de cortar rutas y puentes, como máxima
expresión de fuerza en respaldo de sus demandas de mejoras salariales.
Ya no son novedad estas
actitudes. Por lo mismo, su reiteración ha perdido eficacia como método para
conseguir de las patronales la satisfacción de sus reivindicaciones.
Los gobernantes parecen
acostumbrados y dejan hacer, sin que les haga mella esa expresión de fuerza,
pero a la vez sin mostrar un mínimo de solidaridad con los sectores e
individuos ajenos al problema y un preocupante alejamiento de su obligación
ineludible de hacer cumplir leyes que resguardan derechos colectivos, como el
de transitar libremente.
Pero los cortes de rutas y
puentes, cansan, hartan y ya se presentan como un abuso a la comprensión, la
paciencia y la actitud pacífica de miles de personas que son retenidas por la
fuerza, alterando sus rutinas de vida, sus programas laborales, sus intereses
en general. Como si fueran ciudadanos con derechos y deberes diferentes y de
menor calidad que los de los manifestantes.
El corte de ruta fue visto
hasta con simpatía en situaciones excepcionales del país o de algún pueblo. Hoy
es un recurso gastado, que no ayuda a nadie y que solo produce pérdidas,
desencuentros y riesgos de males mayores, porque se han transformado en
actitudes autoritarias que hasta configuran una provocación hacia los sectores
que afecta.
(*) Por Jorge Ocampos - Legislador Frente Progresista
PUBLICADO EL 07-03-2017
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