La película sumó en algunos complejos
cinematográficos argentinos el sistema "4D E-Motion", que busca
acentuar el miedo y la participación del expectador a través de butacas con
movimiento y efectos especiales como aromas, agua, temblor, viento y luces.
El reciente estreno de "La llamada
3", dirigida por el español Francisco Javier Gutiérrez, inauguró en
algunas salas argentinas el sistema "4D E-Motion", que busca acentuar
el miedo y la implicación física de los espectadores a través de butacas con
movimiento y efectos especiales como impacto de aire, vibración, aromas, agua,
temblor, viento y luces que se activan en distintos momentos de la proyección.
Se trata de un sistema creado hace pocos años
por una empresa argentina, pero cuyos verdaderos orígenes -más allá del
perfeccionamiento técnico al que puede haber llegado actualmente- se remontan
al siglo pasado, cuando varios cineastas y productores empezaron a pensar y
desarrollar diversas formas espectaculares para atraer la atención del público
a sus películas.
Entre ellos, el más importante fue
probablemente el productor y director estadounidense William Castle, autor de
varios filmes de género fantástico de bajo presupuesto, que pasó a la fama por
haber iniciado el uso de "gimnicks", una serie de trucos
publicitarios sensacionalistas -como butacas vibradoras y pequeños hilos
imperceptibles que rozaban el rostro de la gente- con los que promocionaba sus
obras.
Ayudante de dirección de Orson Welles en
"La dama de Shangai" y productor de "El bebé de Rosemary",
de Roman Polanski, Castle fue productor y autor de filmes de terror Clase B de
bajo presupuesto como "Macabro" (1958), "House on Haunted Hill"
(1959), "El aguijón de la muerte" (1959) y "Trece
fantasmas" (1960), aunque se hizo más famoso por la forma de publicitarlas
que por su calidad artística.
Para promocionar "Macabro", Castle
aseguró en mil dólares a los espectadores para el caso de que alguno muriera de
miedo durante la función, mientras que el truco para "House on Haunted
Hill" se llamaba "Emergo" y consistía en la aparición de un
esqueleto volando por encima de la cabeza de los espectadores en uno de los
momentos de mayor tensión del filme.
Cuando estrenó "El aguijón de la muerte",
Castle ideó "Percepto", un sistema que se colocaba en algunas butacas
de la sala y generaba una pequeña descarga eléctrica que sorprendía al público
desprevenido, y para "Trece Fantasmas" presentó el "Illusion-O",
mediante el cual el espectador elegía si quería ver a los fantasmas, usando
unos anteojos -el "ghost viewer"- que se le entregaban con su
entrada.
También inventó "la pausa del
miedo", intervalo en el cual los espectadores que estuvieran muy asustados
mientras veían "Homicida" (1961) podían salir de la sala y pedir el
dinero de la entrada, y para "Mr. Sardonicus"(1961) inventó unas
tarjetas para que el público decidiera el destino final del protagonista,
eligiendo un dedo pulgar hacia arriba o un dedo pulgar hacia abajo según quisieran
que muriera o se salvara.
La evolución de esos trucos artesanales, que
buscaban generar sorpresa y acentuar sensaciones físicas frente a escenas que
quizás no era tan terroríficas como lo anunciaban trailers y afiches, fue
acompañada por otros recursos sensacionalistas: pantallas horizontalmente
expandidas como el Cinemascope y el sistema 3D, que aportaba tridimensionalidad
a las imágenes gracias al uso de lentes estereoscópicos.
También hubo otro sistema, el
"Olor-o-Visión", que liberaba olores durante la proyección de una
película y que perfeccionó una idea que databa de 1916, antes incluso de la
llegada del cine sonoro, y que fue llevado al extremo en 1982 por el cineasta
estadounidense John Waters, que sacó una versión "Odorama" de su
película "Polyester", con tarjetas para rascar y oler que incluía
aromas a basura y podredumbre.
Deudor de todas esas iniciativas, el sistema
4D E-Motion desarrollado por la empresa argentina Lumma invita al público a
"vivir el terror" en su propio cuerpo, y promete
"potenciar" el género de terror -en este caso, acompañando a "La
llamada 3"- "con las sensaciones más aterradoras" que provocan
sus butacas con movimiento y otros efectos como agua, impacto de aire, luces,
aromas, vibración y temblores.
"Fusionamos capacidades creativas de la
industria audiovisual, electrónica y las ciencias de la computación, ofreciendo
ideas innovadoras para nuevos formatos de exhibición. Desarrollamos la
tecnología E-Motion S4, un sistema de cine 4D equipado con butacas móviles y
efectos especiales que interactúan en sincronismo con la película, generando
una experiencia inmersiva de alto impacto sensorial", explicaron los
empresarios.
La película de Gutiérrez -tercera parte de la
remake estadounidense del filme japonés "Ringu" (1998), de Hideo
Nakata- se convirtió en "la primera película en 4-D de Argentina" e
"inaugura el cine de género en 4-D E-Motion", aunque por ahora
funcione únicamente en salas especialmente acondicionadas como Village Cines
Avellaneda y Rosario, y Cines Multiplex Palmas del Pilar y Canning.
El aterrador filme de Nakata narraba los
hechos sobrenaturales que se producían a partir del hallazgo fortuito de un
casete de video VHS que contenía imágenes perturbadoras y que provocaba,
segundos después de ser reproducido, un llamado telefónico que anunciaba la
muerte próxima de quien se hubiera atrevido a verlo.
En esta nueva versión estadounidense de
aquella película, el español Gutiérrez aborda la historia de una joven que se
sacrifica para salvar al novio, cuya vida corre peligro desde que decidió
explorar una oscura subcultura cuyo centro de atención es una misteriosa cinta
de video que, aparentemente, mata al observador siete días después de haberla
visto.
PUBLICADO
EL 19-02-2017