Ya está más que demostrada la torpeza
del ser humano para ciertas tareas. La de conducir es una de ellas, y ahora un
estudio ha revelado que los coches autónomos podrían no suponer la solución
definitiva a los accidentes que todos esperamos.
El concepto de "coche
autónomo", engloba todos aquellos automóviles que tienen la capacidad de
conducirse por sí solos pero que, dado el caso, pueden llegar a requerir la
intervención de un ser humano, para salvar una situación para la que el
ordenador no haya sido programado. Y ahí es donde se echan a perder todas y
cada una de las ventajas de este sistema.
El factor humano malogra la
conducción autónoma, y el culpable no es otro que el tiempo de reacción del
conductor. Tal y como ha revelado un estudio, llevado a cabo en la Universidad
de Southampton (Inglaterra), el más mínimo despiste que tenga lugar en el
habitáculo, incluso mientras el coche se está conduciendo por sí mismo, puede
dar pie a situaciones de riesgo.
El tiempo de reacción de las
personas, ante una situación inesperada en un coche autónomo es demasiado
elevado, especialmente si se confían y se distraen con cualquier otra tarea que
no sea la de estar atentos al camino.
Puede que un coche lleve
recorridos cientos de kilómetros de conducción autónoma sin ningún percance,
pero en cuanto se requiera la intervención del conductor, la situación puede
suponer un peligro incluso para los demás conductores.
Según las pruebas realizadas, los
conductores que estaban distraídos con otra tarea, tardaron mucho más en tomar
los mandos del coche. El tiempo de reacción osciló entre los 1,9 y los 25,7 segundos, siendo esta última cifra la
mejor muestra de las situaciones de peligro que podría generar, en el peor de
los casos, un coche autónomo con un conductor distraído en su interior.
PUBLICADO EL 27/01/2017
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