Cualquier escena de película queda chica al lado de
lo que pasó en Santa Olga. Lo más parecido que hay en el planeta en este momento
son las calles humeantes de la ciudad siria de Aleppo. Hace dos noches había
1000 casas en este pueblo de la zona centro sur de Chile. Pero llegó el fuego
de uno de los focos del peor incendio forestal en la historia del país y sólo
quedaron dos en pie.
Los 6000 habitantes alcanzaron a huir, menos uno,
que murió. Algunos vecinos que llegaron a ver las cenizas y las chapas
retorcidas de sus viviendas dijeron que era un maestro carpintero que volvió a
su hogar después de que lo hicieron salir. Otros afirman que cayó sin
conciencia en una vereda y que ahí mismo lo encontraron muerto. Anoche aún no
lo identificaban, pero sí confirmaron que es una de las diez personas que
murieron en las tres regiones que están acorraladas por el fuego.
Santa Olga, 340 kilómetros al sur de Santiago,
tenía control policial, liceo, una guardería y un cuartel de bomberos. Está en
una colina rodeada por bosques de pinos y por una empresa forestal en la que
trabajaba el 80% de sus habitantes. "Nos encerró el fuego. En la tarde
habían controlado el incendio, pero en la noche salió un viento impresionante y
se quemó todo", cuenta Adolfo Marabolí, mientras le pone una cadena a la
reja de lo que era el supermercado y restaurante Santa Fe, dos pisos conocidos
por toda la comunidad. Al frente, su casa está pulverizada en negro. Los
militares, que ya tomaron el control de la emergencia en una región declarada
zona de catástrofe, remueven los escombros y los apilan cerca de la calle.
Marabolí batalló contra el fuego con el agua de un
tambor de 200 litros. Alcanzó a salvar los muebles del comedor, ropa y
recuerdos. Después tuvo que escapar. Cuenta que muchos se fueron al estadio de
Santa Olga y que para capear las lenguas de fuego se guarecieron bajo las
tribunas.
Rigoberto Cárdenas, cuya familia perdió en total
siete casas en Santa Olga, también peleó bajo las llamas hasta la madrugada,
pero nada pudo hacer. Se fue todo lo que levantaron en 37 años. "Esto fue
un infierno", dice, y reclama porque las autoridades no mandaron el avión
Supertanker que llegó desde Estados Unidos para apagar el fuego. "Todos
pedíamos el avión a las 15 y ya ve cómo amaneció todo acá", protesta
Cárdenas.
Mónica Sepúlveda se convirtió en una líder en medio
de la tragedia. Es la presidenta de la junta vecinal de Santa Olga y conoce a
todas las familias. Una chica se le acerca mientras vuelve a ver la puerta
humeante de su casa y se larga a llorar sobre los hombros. "Arriba, arriba
negra... No sacamos nada con llorar. Somos guerreras, somos de Santa Olga y nos
vamos a levantar", le dice, para que no se derrumbe.
Las calles parecen haber sufrido un bombardeo y en
lo que podría ser la zona cero del lugar estaba el cuartel de bomberos. Eran 15
voluntarios, y con bingos y aportes lo levantaron hace un año. Edison Rivas,
uno de los bomberos, ni siquiera tuvo tiempo para ir a salvar su casa. Tampoco
pudo hacer nada por el cuartel. Tenían dos autobombas y el agua la sacaban del
río más cercano. Fue como lanzar un cubo de hielo al cráter de un volcán
ardiente.
El último en salir de las llamas hace dos noches
fue Juan Carlos Pinto. Se escondió en su auto, vio pasar las llamas por encima
de él y pensó que iba a morir. Logró salir mientras explotaban los cilindros de
gas y veía por el espejo retrovisor los últimos autos chocados que quedaron
abandonados en la huida desesperada. También vio muchos animales carbonizados.
Los incendios forestales comenzaron a fines del año
pasado en el sector de Pumanque, VII Región, y se extendieron sin control a
otras zonas hace dos semanas. Las regiones en estado de catástrofe son las VI,
VII y VIII. Hay más de 100 incendios declarados, 53 están activos y 25 tienen
alerta roja, según la Oficina Nacional de Emergencias y la Corporación Nacional
Forestal. En ellos trabajan más de 5000 brigadistas y 52 aeronaves.
Se consumieron 273.000 hectáreas bajo condiciones
climáticas extremas: temperaturas de 40°C, humedad mínima y vientos de más de
30 nudos. Y aunque las causas de los siniestros no están claras, hay 22
detenidos como sospechosos de iniciar algún foco. La presidenta Michelle
Bachelet lamentó las muertes y pérdidas, agradeció la ayuda internacional
(Rusia aportó un avión) y dijo que se llegará hasta los responsables de este
desastre.
El desastre que provocó el fuego
-10 Muertos
Se registraron por los incendios forestales en
siete regiones del área centro-sur de Chile; las autoridades intentan encontrar
dos adultos mayores desaparecidos en las cercanías del río Maule
-1000 Viviendas
Fueron arrasadas por el fuego en Santa Olga, de
6000 habitantes y ubicada a 340 km al sur de Santiago; allí se encontró a uno
de los muertos.
PUBLICADO EL
27-01-2017
POR INFOALLEN – Mail: noticias@infoallen.com.ar
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