Ante versiones de desestabilización Francisco pidió “cuidar a Mauricio”

 Algunos que lo vieron en las últimas semanas dicen que Jorge Bergoglio está preocupado por las crecientes vicisitudes que enfrenta el Presidente, que podrían agravar la situación social y complicar la gobernabilidad.

En medios eclesiásticos le dan crédito a esta versión por dos motivos: porque Francisco quiere y necesita que a la Argentina le vaya bien y porque la Iglesia viene jugando en los últimos meses un rol socialmente pacificador. De hecho, los obispos lograron que la CGT postergara un paro (lo que llevó a que el actual gobierno sea el primero no peronista al que la central obrera no le paró el país en el primer año de gestión). Y que el gobierno incrementara la ayuda a los más necesitados, sobre todo a través de la ley de emergencia que, en lo inmediato, garantizaría un fin de año sin convulsiones. De hecho, fueron varias las reuniones de obispos con el triunvirato cegetista. Y constante la presencia de prelados en las reuniones de la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, con los movimientos populares.

Los propios actores eclesiásticos pusieron en palabras sus intenciones. Por caso, el presidente del Episcopado, monseñor José María Arancedo, le pidió públicamente el mes pasado a la dirigencia política, empresarial, gremial y social que “deje de lado intereses particulares” y sea “responsable del bien común de la patria” en un "momento difícil". Incluso, llamó a la “paz social en Navidad”. La semana pasada, los curas villeros salieron a apoyar la ley de emergencia social. “Esta puede ser una buena medida, entre otras, para que mucha gente llegue a fin de mes”, dijeron en una declaración. Con todo, señalaron que “el proceso que llevó a proponer la ley es muy valioso porque logró visibilizar al pueblo pobre trabajador (…), que lucha por sobrevivir en el marco de la economía popular”.

Después de un comienzo frío de la relación entre el Papa y Macri, con la expresión adusta de pontífice en el encuentro de febrero (Francisco consideraba que un sector del gobierno quería verlo lejos), la relación empezó a encaminarse. La Casa Rosada tuvo gestos de acercamiento como establecer un diálogo más fluido con el pontífice y convocar a una Mesa de la Producción y del Trabajo, en línea con los deseos de un diálogo social –si bien mucho más abarcador- que impulsa la Iglesia desde antes de las elecciones ante la magnitud de los desafíos y la carencia de mayoría parlamentaria de quien ganó la elección como se prevea sea quien fuere.

A su vez, Francisco declaró en junio que Macri “es una persona noble” previo al viaje del presidente al Vaticano, en octubre pasado. Aquel encuentro fue superador del de febrero.

Lo cierto es que la ayuda del Papa y de la Iglesia contribuyó a que Macri ganara tiempo para poner en marcha la economía y crear trabajo que reemplace el asistencialismo (el Papa y los obispos siempre objetaron la perpetuación de los planes sociales porque afecta la dignidad y la cultura del trabajo). Y, por cierto, que todos -oposición y dirigentes en general- deben hacer su aporte. Anticipar la carrera electoral no es una buena idea, dicen en la Iglesia. La urgencia es la gente, sobre todo los que menos tienen.

PUBLICADO EL 12/12/2016
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