Rosa Castro fue una de las impulsoras de la ley de grooming,
para lo cual juntó más de dos millones de firmas para su tratamiento
legislativo. Oriunda de Cipolletti,
vivió de cerca lo que es el ciberacoso,
cuando su hija de 13 años fue contactada vía Facebook por un hombre de
35.
El sujeto se hacía pasar por un adolescente, para mostrarse desnudo frente a ella y
masturbarse, todo sin mostrar la cara. Pero el acosador fue más allá y le pidió
encontrarse para tener relaciones sexuales, lo que hizo que la chica hablara
con su madre.
El episodio data de junio de 2009, cuando la víctima tenía 13
años y fue contactada por la red social por un supuesto adolescente llamado
Juan Manuel, de 14, que no bien empezaron a hablar le pidió que le habilitara
la cámara web. Ahí comenzó a mostrarse desnudo y masturbarse, al tiempo que le
pedía que ella hiciera lo mismo. Ella lo rechazaba pero quería verle la cara
porque él decía que era de un colegio de la zona. Finalmente, él le pidió que
se encontraran para tener sexo.
“Yo pensé que era una travesura de chicos y le dije que lo
bloqueara. Naturalicé el tema hasta que después me di cuenta de que podía haber
otras chicas en riesgo”, contó Castro.
Sin embargo, una amiga de su hija mayor lo contactó. “Una
amiga de mi hija mayor lo buscó y le hizo lo mismo que él hizo con mi hija. No
le dijo que nos conocía y él se mostró abiertamente dejando ver su cara. La
chica hizo muchas capturas de pantalla y, en diciembre, revisando las
fotos, me di cuenta de que el acosador
era el hijo de mi jefe, que me había echado en septiembre sin justificación
después de once años de trabajo en su cadena de farmacias. El hijo de mi jefe
la conocía desde los dos años. Ahí lo denuncio y empieza la lucha.”
El principal problema con el que se encontró Castro es que en
el país no existía la figura de grooming. “Me presenté como querellante en mayo
y recién ahí el juez se entera de la causa, ya que la manejaba el secretario
del juzgado, que era amigo del acusado. Después me dijeron que el grooming no
existía y la Justicia paralizó la causa. Me asesoré con Marcelo Velasco, que me
dijo que había un vacío legal en cuanto a los delitos informáticos y le hicimos
juicio por exhibiciones obscenas. Lo encontraron culpable en 2012 y fue
condenado a una pena de un año en suspenso, confirmada por el Tribunal
Superior.”
Además, Rosa se reunió con la diputada María José Bongiorno,
que tenía un proyecto de ley redactado para prevenir el ciberacoso y empezó a
juntar firmas para que se tratara en el Congreso, junto a Roxana Domínguez,
madre de otra víctima. Juntas atravesaron todas las instancias: la aprobación
en el Senado en noviembre de 2011, las modificaciones y aprobación en Diputados
en septiembre de 2013 y ahora la sanción del proyecto original por la Cámara
alta.
Pero, más allá de la lucha pública, Castro tuvo que ocuparse
de su familia. “Era complicado buscar trabajo en Cipolletti. La gente me decía
‘te metiste con un pesado’ y mis dos hijas tenían que ir solas por la calle.
Nos fuimos a otro pueblo y perdimos dos años: yo, sin trabajo, y mi hija perdió
dos años de escuela. Se sentía culpable pero se salvó por poder hablarlo, de lo
contrario quizá no la tendría conmigo. Hoy está estudiando, habla de grooming,
me acompaña a las charlas. Volví a Cipolletti porque mi lucha no podía hacerla
desde lejos. Al lado de otras historias, lo de mi hija es un cuento de Disney,
hay casos terribles que terminan en muertes o trata de personas. Pero yo me moví,
no me quedé cruzada de brazos.”
Rosa hoy da charlas para aconsejar a los chicos sobre los
peligros de Internet . “Voy a escuelas a dar charlas para que los chicos se
cuiden. Si les ves las caras y lo que te cuentan, te querés morir. Es muy
fuerte,” explica Castro, quien hoy está con los chicos de 5to en la escuela
Base Naval Puerto Belgrano n°222.
PUBLICADO EL 22/11/2016
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