EL DÍA QUE DELPO, EN UN PARTIDO ÉPICO, LE VOLVIÓ A GANAR AL NÚMERO DOS DEL MUNDO

Un enorme duelo estratégico. Una batalla inolvidable que requirió de paciencia y de inteligencia, en la que la potencia de Del Potro, por momentos letal, terminó pesando más, apenas un poco más, que la capacidad defensiva y la fortaleza física de Andy Murray. El tandilense se impuso por 6-4, 5-7, 6-7 (5-7), 6-3 y 6-4, para poner a Argentina 1-0 adelante frente a Gran Bretaña en la serie.
Arrancó adelante Murray, que retuvo su saque -game larguísimo, con una chance de quiebre para el argentino- y se apoderó del de su rival gracias a devoluciones certeras y ataques a las líneas. Pero se recuperó Delpo para quebrar primero y retener después: 2-2.

Por entonces, los objetivos empezaban a quedar claros: Delpo intentando prevalecer con la derecha y Murray machacando sobre el revés. Y los dos encontraron resquicios como para hacer daño: el argentino, cargando el juego sobre un lado y buscando cerrar el punto sobre el opuesto hasta obligar al rival a pegar a la carrera. Y Murray, invitando a venir a la red mediante el revés con slice para pasarlo con revés paralelo.

Pero en el 3-3, Del Potro salió a mostrar sus mejores armas: si con calma supo defenderse con el revés -en general con slice, pero a veces también animándose a pegar-, necesitaba de su mejor argumento para inclinar la balanza. Un par de derechas furibundas tiraron al local contra los carteles y un par de voleas cerraron puntos decisivos. En el tercer break point, el tandilense consiguió el segundo quiebre del set.

Aun defendiendo como sólo él sabe hacerlo, Murray se vio dominado. Su rival ganaba en confianza, metía casi todos los primeros saques y lastimaba con la derecha. Siempre en el contexto de un partido de alto nivel técnico, con pocos errores no forzados y una colección de tantos jugados al límite.

Del 4-3 al 5-3 y del 5-4 al 6-4, en este caso ganando el game en cero y cerrando el parcial con un ace "a la T", inútilmente protestado por el escocés. En 56 minutos, la balanza parecía empezar a inclinarse.

Tres aspectos caracterizaron el segundo set: 1) Murray salió a buscar la red más seguido, tras comprobar que con cargar el juego sobre el revés rival no alcanzaría. 2) Del Potro siguió errando poco de un lado y martillando mucho del otro. 3) En un síntoma inequívoco de que empezaba a perder la paciencia, el escocés ingresó en el peligroso terreno de los errores no forzados.

Sin quiebres llegaron al 4-4, entre muy buenos saques y mejores devoluciones. Murray salvó un break point decisivo con saque y volea para retener en el noveno, y después ganó uno de los grandes puntos del partido al correr un globo imposible y pasar al argentino de revés paralelo, pero no evitó el 5-5.

"Y pegue, Delpo, pegue", se escuchaba en el estadio ante cada derecha cruzada del tandilense, Fiel a su estrategia, pero más fiel todavía a su esencia, siguió sin dejar huecos y esperando su momento para dañar con su mejor golpe. Sin embargo, el Murray de las subidas a la red y las defensas heroicas le torció el brazo al propio Murray de los tiros zonzos en la red. Y así se lo torció también a Delpo. En su primer set point, y tras un largo peloteo -uno más-, Delpo se perturbó por el grito de la gente y erró un revés cruzado. Fue 7-5 en una hora y dos minutos y a empezar de nuevo.

Acaso frustrado por aquella definición que obligaba a seguir luchando, con algún síntoma de cansancio, Del Potro pareció entrar en un imperceptible declive. Hubo un quiebre por lado en los juegos quinto y sexto, en el marco de un partido de altísimo nivel y búsquedas obsesivas de las líneas. La derecha del tandilense lucía incontrolable, pero convivía a esa altura con algunos drops inoportunos.

Enfrente, Murray no se inmutaba si un pelotazo lo desairaba. El escocés, empujado por su gente y por una capacidad defensiva tremenda, siguió trayendo bolas imposibles. Delpo quebró para 4-3, retuvo un game durísimo con tres aces y tuvo un set point en 5-4. Un globo excelso de Murray lo llevó al tie break. Y allí sacó bien y erró menos. 7-5 el desempate y dos sets a uno.

El quiebre de Delpo en el cuarto juego encaminó el penúltimo capítulo. Fue 6-3, casi como si los dos se prepararan para el asalto final. Si el argentino daba ventajas físicas, lo disimulaba perfectamente. La derecha seguía corriendo y con ella su rival, que además sorprendía con subidas a la red y certeras voleas.

Era un partidazo, nunca había dejado de serlo. Y necesitaba decantar hacia un lado. Hubo peloteos increíbles, ataques devastadores, defensas milagrosas. Hubo una derecha a la carrera de Delpo para quebrar en el octavo game, el otro gran punto del día. Un match point en 5-3 que no pudo ser. Y un ace, el último. La gloria.

PUBLICADO EL 16/09/2016
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