Con un promedio de 1.006 metros cúbicos por
habitante Argentina es el mayor consumidor de gas de Sudamérica. Es un gasto
casi tres veces mayor que en Chile, país con duros inviernos, y ocho veces el
de Brasil, donde -vale aclarar para que la comparación sea justa- predomina el
calor.
Y aún así -o tal vez por eso mismo, como sostienen
algunos- las tarifas del gas han estado congeladas desde el año 2000, en medio
de una inflación rampante que en la práctica las hizo cada vez más baratas y,
según los especialistas. perjudicó la producción local.
Pero mientras tanto, por mucho que haya empezado la
primavera, en muchos hogares la calefacción sigue prendida. "Es que eso es
lo que acostumbramos", explican. Y en pleno invierno, cuando se calienta
la casa, muchos también prefieren abrir la ventana en lugar de regular o apagar
la calefacción.
Más allá de lo cultural
Expertos en consumo y energía aceptan que hay
incentivos culturales y económicos que fomentan el consumo de gas en Argentina.
"Como estamos acostumbrados a pagar muy poco
por la energía, no hay una cultura del ahorro, sino de derroche, frente al
consumo", dijo Susana Andrada, directora del Centro de Educación al
Consumidor, una organización sin ánimo de lucro a favor de los consumidores.
Pero la experta también destaca que en Argentina
–un país cuya energía depende del gas en 51%, según cifras oficiales– muchos
aún tienen electrodomésticos viejos sin sistemas de ahorro eléctrico.
"El argentino está acostumbrado a las grandes
crisis económicas y por eso cuidamos, nos apegamos mucho, a los bienes que
tenemos", asegura Andrada.
Así, las estufas, aires acondicionados o
calefacciones son de décadas pasadas, de épocas en las que no se diseñaban los
electrodomésticos para el ahorro energético.
Pero además del apego a lo viejo, los
electrodomésticos nuevos en Argentina son particularmente caros, por los costos
de mano de obra y los impuestos.
"Entonces, si no hay una política de Estado
que ayude a la gente a canjear sus electrodomésticos viejos por nuevos es
imposible que haya esa transición", afirma la directora del Centro de
Educación al Consumidor.
Eso es precisamente lo que ocurrió en el sector de
transportes, donde gracias a los incentivos fiscales cientos de autos
implementaron la tecnología de combustión de gas.
El año pasado, 500 autos al día hicieron la conversión
de gasolina a gas, hasta el punto de que hoy Argentina es uno de los países con
mayor número de autos de combustión de gas natural comprimido: 1.800.000, según
la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes.
"Pero como todo en Argentina", añade
Andrada, "la tuerca se volteó" y ahora resulta que tener auto a gas
se convirtió en un problema, porque disparó el consumo de un componente que, en
las últimas dos décadas, se ha vuelto cada vez más escaso.
Y, en esa misma vuelta de tuerca, en la mayoría de
edificios nuevos ya no instalan estufas de gas, que fue siempre la prioridad,
sino estufas eléctricas.
"Consumo indiscriminado"
Argentina se consolidó como uno de los productores
y exportadores de gas más importantes de la región desde finales de los años
70.
Y fue en esa época que también se convirtió en uno
de los mayores consumidores, pues industrias y hogares se construyeron teniendo
en cuenta el superávit de reservas y producción del componente.
"Pero desde 1999 se empiezan a perder
reservas, porque se deja de explorar y por ende de descubrir y vender
gas", explica Fernando Meiter, socio-director en Argentina de Gas Energy
Latin America, una consultora con sedes en toda la región.
Así, mientras el consumo de gas creció 41% entre
2003 y 2015, la producción cayó 26% en el mismo periodo, según cifras
oficiales.
Y esto aumentó las importaciones de gas de Bolivia,
Chile y otros países; una compra en dólares que no resultaba rentable debido a
la devaluación del peso.
Pese a esto, las tarifas se mantuvieron congeladas
y subsidiadas tanto para ciudadanos como para industrias, que, según los
expertos, no tuvieron reparos en consumir más y más gas.
"Volcaron a Argentina a un consumo
indiscriminado de gas que no podía tener una conclusión más que el
desabastecimiento", asegura Meiter.
Hoy, pocos dudan que en el próximo verano no haya
cortes de luz. Ahí, una vez más, los argentinos tendremos que volver a abrir la
ventana de nuestras casas.
PUBLICADO EL 29/09/2016
POR INFOALLEN – MAIL: noticias@infoallen.com.ar