Hace un año las estaciones del ferrocarril de
Cipolletti y Neuquén eran el escenario de una fiesta popular que unía a dos
comunidades a través de un mismo motivo: luego de 22 años el tren interurbano
volvía a transportar pasajeros.
Se cumple el primer aniversario del día que soñaron
cientos de vecinos la vuelta del ramal de pasajeros sobre las vías del Valle.
Si bien el servicio que se reanudaba no tendría el
alcance del anterior, que hacía un amplio recorrido por el valle y ahora se
limita a los seis kilómetros que separan a ambas ciudades, había euforia porque
el tren volvía a circular. Era el renacimiento de un servicio que conoció los
pueblos antes de que se convirtieran en ciudades y en cuyo alrededor se
desarrollaron las sociedades.
Las estadísticas aportadas por Operadora
Ferroviaria Sociedad del Estado indican que en el año que cumplió de servicio,
el tren transportó 292.555 personas, poco más de 20.000 mensuales en los 20
trenes que circularon de lunes a viernes y los 12 de los sábados.
En agosto del año pasado se registró el récord con
33.767 pasajeros. El fenómeno se explica por la expectativa que había generado
la llegada del tren a la región. En efecto, durante los primeros días, el
servicio tenía una demanda extraordinaria. Muchos, por curiosidad, tomaban el
tren sólo para verlo o para hacer un paseo y mostrárselo a sus hijos o nietos,
ya que ningún menor había conocido esta forma de transporte en Cipolletti.
En baja
Esa euforia se extendió durante los primeros casi
dos meses, hasta que de manera paulatina el número de pasajeros fue bajando
cada vez más y quienes utilizaban el tren eran los que realmente se
transportaban de una ciudad a otra por alguna necesidad concreta: trabajar,
estudiar, hacer compras o visitar parientes.
Esas mismas estadísticas reflejan que por cada
coche viajaron unas 56 personas por día, una cifra muy por debajo de las 220
butacas que tiene cada formación que en un principio no alcanzaron porque
muchos querían viajar aunque fuera parados.
La falta de paradas intermedias en ambas ciudades y
la imposibilidad de que el servicio se extendiera al oeste, hacia Plottier, y
al este, hacia otras ciudades rionegrinas, fue el motivo que generó ese brusco
descenso de pasajeros y que bajó los niveles de expectativa que se habían
generado desde el primer día, más allá de algunos datos a su favor, como la
puntualidad, el confort y el tiempo del viaje.
No faltaron tampoco más críticas por una seguidilla
de desperfectos técnicos que tuvieron las dos formaciones que cumplían con el
servicio y porque el transporte no tenía el alcance ni las comodidades de su
principal competidor: el colectivo.
Luego fue el momento de las propuestas para
mejorarlo o extenderlo a distintas localidades de la región, pero las
cuestiones económicas frenaron cada intento y el servicio quedó como se
implementó originalmente.
Con sus ventajas y desventajas, el servicio del
Tren del Valle, como se lo denominó desde un principio, cumplió un año. El
tiempo y las decisiones políticas serán las que determinen su futuro. Por
ahora, Nación piensa en cederlo y las provincias no definen si lo recibirán.
El balance
A favor y en contra del servicio
Puntos altos
El tren es mucho más rápido que el colectivo y
funciona sin problemas ante los numerosos cortes de ruta. Además, el pasaje
vale poco más del 30% que el de los colectivos.
Cuentas pendientes
La cantidad de pasajeros bajó bruscamente tras la
euforia inicial, ya que al no tener paradas intermedias a muchos vecinos les
resulta más conveniente viajar en colectivo. (LMCIPOLLETTI)
PUBLICADO EL 21/07/16
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