EL PAPA DENUNCIÓ ANTE JUECES DE
MÁS DE 10 PAÍSES QUE “LA CORRUPCIÓN ES UNO DE LOS GRANDES MALES DEL MUNDO DE
HOY”, AL TIEMPO QUE CALIFICÓ LA TRATA DE PERSONAS COMO UN "CRIMEN DE LESA
HUMANIDAD" Y DEFENDIÓ LA PARTICIPACIÓN DE LA IGLESIA "EN LA ALTA
POLÍTICA".
“Pido a los jueces que realicen
su vocación y misión esencial, la de establecer la justicia sin la cual no hay
ni orden, ni desarrollo sostenible e integral, ni paz social”, aseveró el
Pontífice durante su discurso en la Academia de Ciencias del Vaticano, frente a
fiscales y magistrados de Argentina y otros países, que participan de un
seminario sobre trata de personas y criminalidad organizada impulsado por la
Santa Sede.
Francisco defendió la
participación de la Iglesia en la "alta política"
"No cabe el adagio de la
ilustración de que la Iglesia no deba meterse en política: la Iglesia debe
meterse en la alta política, porque, cito a Pablo VI, la política es una de las
formas mas altas del amor, de la caridad", ratificó y criticó a quienes
"quieren dar una visión ilustrada de lo que debe ser una academia".
“Sin duda, uno de los más grandes
males sociales del mundo de hoy es la corrupción en todos los niveles, la cual
debilita cualquier gobierno, la democracia participativa y la actividad de la
justicia”, denunció el Papa argentino, antes de sacarse la foto grupal con los
participantes y de definir como "verdaderos crímenes de lesa
humanidad" a la trata, tráfico de personas y las nuevas formas de
esclavitud, como el trabajo forzado, la prostitución, el tráfico de órganos, el
comercio de la droga y la criminalidad organizada".
“A ustedes, jueces, corresponde
hacer justicia, y les pido una especial atención en hacer justicia en el campo
de la trata y del tráfico de personas y, frente a esto y al crimen organizado,
les pido que se defiendan de caer en la telaraña de las corrupciones”,
sentenció el Papa, sentado al lado del legislador porteño Gustavo Vera, uno de
los organizadores del encuentro.
En esa línea, el Papa expresó que
“tal vez se puede ayudar el aplicar, según las modalidades propias de cada
país, de cada continente y de cada tradición jurídica, la praxis italiana de
recuperar los bienes mal habidos de los traficantes y delincuentes para
ofrecerlos a la sociedad y, en concreto, para la reinserción de las víctimas”.
“La rehabilitación de las
víctimas y su reinserción en la sociedad, siempre realmente posible, es el
mayor bien que podemos hacer a ellas mismas, a la comunidad y a la paz social”,
agregó.
"No hay pena válida sin
esperanza. Sino es una tortura, no una pena. En esto me baso para afirmar la
postura de la Iglesia contra la pena de muerte", agregó.
“Cuando decimos hacer justicia
como ustedes bien saben, no entendemos que se deba buscar el castigo por sí
mismo, sino que, cuando caben penalidades, que éstas sean dadas para al
reeducación de los responsables de tal modo que se les pueda abrir una
esperanza de reinserción en la sociedad”, sostuvo durante su mensaje.
“Y si esta delicada conjunción
entre la justicia y la misericordia vale par los responsables de los crímenes
de lesa humanidad como también para todo ser humano, a fortiori vale sobretodo
para las víctimas quienes, como su nombre lo indica, son más pasivas que
activas en el ejercicio de su libertad, habiendo caído en la trampa de los
nuevos cazadores de esclavos”, agregó.
En línea con su pedido de
reinserción, reveló: "me gusta visitar las cárceles cuando voy a una
ciudad, y como impresión general he visto que las cárceles cuyo director es una
mujer van mejor que aquellas cuyo director es hombre. La mujer tiene en esto de
la reinserción un olfato y tacto especial, que sin perder energía recoloca a
las personas, las reubica", expresó.
“Los jueces están llamados hoy
más que nunca a poner gran atención en las necesidades de las víctimas”,
sentenció en esa dirección, y explicó: “son las primeras que deben ser
rehabilitadas y reintegradas en la sociedad y por ellas se debe perseguir sin
cuartel a los traficantes y carníferos” (sanguinarios, crueles).
Además, el pontífice los animó a
"sentirse y proclamarse libres de las presiones de los gobiernos, de las
instituciones privadas y, naturalmente, de las estructuras de pecado de las que
habla mi predecesor Juan Pablo II, en particular el crimen organizado".
"Yo sé que ustedes sufren
presiones y amenazas y sé que hoy día ser juez es arriesgar el pellejo y eso
merece un reconocimiento a la valentía de aquellos que quieren seguir siendo
libres en el ejercicio de su función jurídica. Sin esta libertad, el poder
judicial de una Nación se corrompe y siempre corrupción", exclamó.
Durante su discurso, el Pontífice
recordó además los coloquios previos realizados en el Vaticano sobre el tema:
“el encuentro con los líderes religiosos de las principales religiones que hoy
influyen en el mundo global, el 2 de diciembre de 2014, como asimismo la cumbre
de los intendentes y alcaldes de las ciudades más importantes del mundo el 21
de julio de 2015”, que mostraron el objetivo de “perseguir la erradicación de
las nuevas formas de esclavitud”.