“Parece que la piedra del escándalo es que yo
reciba a la señora Bonafini. Sé bien quién es, pero mi obligación de pastor es
la de comprender con mansedumbre”, escribió Francisco en un correo electrónico
a un amigo argentino con quien intercambia mensajes frecuentemente, que
prefirió conservar el anonimato.
“Esta señora, desde la plaza (de Mayo), me insultó
varias veces con artillería pesada pero a una mujer a quien le secuestraron los
hijos y no sabe cómo y cuánto tiempo los torturaron, cuándo los mataron y dónde
los enterraron, no le cierro la puerta. Lo que veo allí es el dolor de una
madre. Si me usa o no me usa no es mi problema. Mi problema sería no tratarla
con la mansedumbre de pastor”, agregó Francisco en el mensaje al que accedió a
Télam.
En los últimos días, ante las críticas que
surgieron desde algunos sectores que no ven con buenos ojos el encuentro de
mañana, el papa Francisco se ocupó personalmente de aclarar entre amigos y
conocidos argentinos cuál es el verdadero sentido de la reunión que se
desarrollará en la residencia de Santa Marta a las 17 de Italia (12 de la
Argentina).
En el mismo sentido, el cura porteño Fabián Báez
-que es párroco en Villa Urquiza y se hizo conocido públicamente cuando
Francisco lo subió al papamóvil en una de sus recorridas por la Plaza San
Pedro- contó a Télam una conversación telefónica que tuvo en los últimos días
con Jorge Bergoglio.
"Ante una madre a la que le mataron el hijo,
me pongo de rodillas, no le pregunto nada", le dijo Francisco al cura, que
fue seminarista de la catedral metropolitana a finales de los 90 cuando las
Madres de Plaza de Mayo de Bonafini tomaron el templo durante el transcurso de
una Semana Santa.
"Yo por Bonafini no tengo más que
misericordia", le expresó el Papa a otro amigo argentino, Luis Liberman,
director de la Cátedra del Diálogo y de la Cultura del Encuentro, en una
conversación telefónica.
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