Dana, de 23 años, es una joven que está harta
de la violencia que la rodea y decidió hacer público el permanente acoso de una
ex pareja junto con su familia. El lunes, en plena calle, ella y su madre
fueron brutalmente golpeadas.
"Esto se termina cuando te matan y salís
en el diario", aseguró fríamente al cronista de LM Cipolletti mientras se
cerraba el acto de #NiUnaMenos. La historia que rodea a Dana está marcada por
la permanente persecución de un hombre de 37 años que hoy vive a no más de 20
metros de su casa y que, cada tanto, descarga su ira contra la joven y su
familia. Mientras tanto, la Justicia cipoleña se limitó a elaborar una
restricción de acercamiento.
El vínculo entre el golpeador y la joven, que
tiene domicilio en las 432 Viviendas, nació cuando ella tenía 15 años. La
violencia diaria que se vio obligada a soportar no la hizo dudar a la hora de
poner un punto final a la relación. Se cobijó en la Ley 3040 y pensó que podía iniciar
una nueva vida, pero se equivocó. Destacó que la restricción de acercamiento no
sirvió y las amenazas son permanentes: "Me persiguen, fueron a buscarme a
la casa de mi mamá, en la puerta de mi casa, en todos lados hubo
violencia".
El último episodio fue uno de los más salvajes
y sucedió el lunes, alrededor de las 20. "Por suerte, le pegó un chico y
me soltó, porque me tenía agarrada de los pelos y me quería ahorcar",
indicó.
De igual modo, no fue el único ataque y en una
oportunidad anterior, su hermano fue víctima de una golpiza.
Para la joven, el hombre, chofer de una empresa
de transporte, está enfermo y posiblemente sufra algún tipo de psicopatía.
Sobre una de las agresiones, Dana comentó: "Era una saña de matarme".
En relación con el incidente de principios de
la semana, la víctima decidió hacer una denuncia en la Comisaría 24, aunque
descree de su efectividad. También muestra su pesimismo sobre la actuación de
fiscales y jueces y drástica, enfatizó: "¿La Justicia? Bien,
gracias". Y recordó cómo se burló el golpeador que, más allá de las
restricciones, decidió alquilar un departamento a no más de 25 metros de su
casa.
Como puede, Dana lleva adelante su embarazo y
cuida de dos pequeñas hijas de 3 y 6 años. Ellas, en su ingenuidad, sostienen a
su mamá y la más grande, atenta a lo que responde, también se refirió a la
violencia: "Es como un pozo sin fin". Fuente La Mañana de Cipolletti.