El asesinato fue el
viernes. Claudia Schaefer y Fernando Farré se encontraron en la casa de Martindale porque ella
quería llevarse algunas cosas que había dejado. Fueron con sus abogados, pero
en un momento quedaron solos en la cocina, comenzaron a discutir y ella fue al
vestidor para cargar las dos valijas que había llevado. Entonces Farré tomó dos
cuchillos tramontina que había en la mesada, la siguió por el pasillo y cerró
con llave el vestidor. La mujer gritó
desesperada pidiendo ayuda, pero Farré la mató ahí mismo.
Le hizo varios
cortes. El mortal fue uno en el cuello. Ella ya lo había denunciado por
violencia de género en una fiscalía de la Ciudad.
Schaefer tenía 44
años y era secretaria del directorio de Salentein. Hacía mucho que trabajaba
para la conocida bodega y le iba muy bien. Su problema no era laboral sino
familiar. Estaba casada con un tipo al que ya no sólo había dejado de amar sino
al que temía. Tanto era su miedo que el año pasado llamó a Julio César Torrada,
un abogado especialista en violencia doméstica, presidente del Instituto de
Políticas de Género Wanda Taddei. “Se comunicó conmigo en septiembre y tuvimos
dos encuentros en octubre”, cuenta Torrada a Clarín.
La mujer le confesó
que se llevaban muy mal, que discutían mucho, que ella quería ponerle fin a la
relación pero que él no quería. Y que estaba aterrada porque era muy violento.
“Me contó que le había pegado muchas veces. Que los golpes eran frecuentes. Me
dijo que ya lo había denunciado más de una vez”, dice el abogado.
También le dijo que
Farré era extremadamente celoso y controlador. Que se le aparecía de imprevisto
en el trabajo, que le revisaba el celular, su facebook, sus mails, que no la
dejaba en paz. La mujer tenía claro que tenía que divorciarse, pero Farré la
amenazaba con lo peor: le decía que tenía muchas relaciones en el Poder
Judicial y que le iba a sacar a los chicos. Schaefer y Farré se habían casado
en el 2000 y tenían tres hijos: una nena de 14, un varón de 12 con retraso
madurativo y otro de 8.
“Ella me dijo que ya
tenía otros abogados, pero que no tenían experiencia en violencia de género, y
por eso me vino a ver a mí -cuenta Torrada-. Yo le dije que tenía que pensar en
ella y en sus hijos, que tenía que denunciarlo las veces que hiciera falta y que
tenía que terminar con esa relación violenta”. Schaefer no lo llamó más. “Hace
17 años que me dedico a estos temas, y ella no estaba preparada todavía, no
estaba entera, no podía enfrentar lo que tenía que hacer”.
Schaefer hizo lo que
pudo ante un hombre que la violentaba permanentemente y la tenía amenazada con
sus hijos. Logró que se fuera del departamento que compartían en Recoleta y
estaba logrando iniciar el divorcio legal y la división de bienes. Pero él no
aguantó tanta determinación de parte de la mujer a la que había sometido tantos
años y entonces la mató, así de simple.
Farré tiene una
denuncia por “hostigamiento”. La denuncia por malos tratos se la hizo en el
2013 una empleada doméstica que él terminó echando. El empresario, además,
había sido despedido de la empresa de
cosméticos Coty. Una fuente cercana aseguró que su despido fue por varios
episodios de violencia con compañeros de trabajo.
Farré terminó matando a la madre de sus tres hijos. Tres
chiquitos más que se suman a la lista de hijos que se quedan sin mamá por los
femicidios. Ya son más de 2.000 en los últimos siete años. Fuente Clarín
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