El conductor y productor, figura clave del espectáculo y
los medios en el último medio siglo, falleció a los 77 años. En la madrugada
había sufrido una hemorragia digestiva. Es velado desde las 19 en la
Legislatura de la ciudad.
El conductor televisivo y
productor Gerardo Sofovich murió hoy a los 77 años, como consecuencia de un
shock hipovolémico por hemorragia digestiva. Según informó el especialista Luis
De la Fuente, en los últimos días Sofovich sufría de dolores de espalda por lo
que fue medicado por un traumatólogo. Ese cuadro le provocó la hemorragia
digestiva que derivó en su muerte.
Gran figura de la TV, insistió en
participar en el programa Los 8 escalones hasta hace pocos días, como punto
final a una larga trayectoria en el espectáculo. Había terminado 2014 con una
infección pulmonar (cuadro similar al de una neumonía) que se complicó porque
padecía EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica).
Las dolencias de este tipo fueron
recurrentes en la vida de Sofovich, además de los problemas de movilidad por un
viejo accidente con un tranvía en el que perdió la pierna izquierda. Un infarto
agudo de miocardio había sido el diagnóstico inicial en marzo del 92. En julio
de 1996 sufrió un preinfarto y una recomendación médica unánime: “Gerardo,
tiene que trabajar menos”. En mayo de 2004 fue sometido a una angioplastia para
facilitar el funcionamiento del sistema coronario. En abril de 2006 pasó varios
días internado por un cuadro cardiovascular agudo. Sin embargo, a los pocos
días de cada una de estas internaciones (en total pasó por siete
angioplastias), Gerardo volvió al trabajo.
Productor, director, autor,
guionista y actor, Sofovich apostó a lo popular durante su larga carrera en
diversos medios. Una carrera que tuvo su primer trabajo fuerte en 1963, cuando
asumió la responsabilidad de escribir los libretos de Balamicina, protagonizado
por Carlos Balá y con la coautoría de su hermano, Hugo. Meses después, los dos
Sofovich largaron juntos Operación Ja-Ja, con el que lograron cifras siderales
de rating.
De entre la larguísima lista de
éxitos televisivos, que incluyó a Polémica en el bar con diversos elencos,
Tiempo límite o A la manera de Sofovich, probablemente el que tuvo su mayor
impronta personal fue La noche del domingo, donde quedó en la memoria por una
secuencia de juegos (el corte de la manzana en una época, el Jenga en otra) y
campeonatos de balero o de pulseadas.
En cine, como guionista o director,
fue una figura clave en varias películas con Alberto Olmedo y Jorge Porcel
(como Los caballeros de la cama redonda), Juan Carlos Calabró (Johny Tolengo,
el majestuoso) o Tristán (Las minas de Salomón Rey).
Además de hombre de medios,
Sofovich también tuvo una muy polémica faceta empresarial y política. A inicios
de los 90, plena etapa menemista, ganó la licitación para administrar el
Zoológico de Buenos Aires. También incursionó como propietario de diarios, al
fundar en abril de 1996 El expreso, de furioso oficialismo y extraño formato de
bolsillo, que sólo duró 14 meses en la calle.
Su intervención más ruidosa en la
administración de medios fue en Argentina Televisora Color (ATC) de marzo a
diciembre de 1992, donde fue interventor. Sofovich dejó al canal en concurso de
acreedores y con una gran deuda. Sin embargo, en 2006 el juez Norberto Oyarbide
lo sobreseyó por prescripción de la causa, aunque aclaró que durante su gestión
la emisora perdió ocho millones de pesos.
Amigo confeso del ex presidente
Carlos Menem -”fue el estadista más importante que tuvo el país”, solía decir-
Sofovich también coqueteó con el poder. En las elecciones a jefe de gobierno
porteño de 2003, su nombre sonó fuerte para liderar las filas del menemismo
porteño; finalmente no aceptó la candidatura.
Fuera de los canales y del
teatro, Sofovich tuvo -y alimentó- fama de malhumorado. “Me divierte el mito de
capomafia que se creó alrededor mío. Nació porque Minguito me decía ‘ruso
malino’ (por maligno)”, dijo en una oportunidad.
Temeroso de la muerte y del paso
del tiempo, Sofovich había reconocido sin pruritos: “Sí tengo miedo a la
decrepitud, a la cama en un hospital, a la silla de ruedas... Por eso yo
negocio hasta con los médicos. Como muy sano, tomo yogur, jugos de frutas. Aunque
no negocio mis cigarros”. Sin dejar el cigarro y sin dejar de trabajar hasta el
último día, murió Gerardo Sofovich, el Ruso, con dosis pareja de amigos y
detractores.