El queso es quizás uno de los
alimentos más usados y elegidos,
utilizamos este producto en muchas recetas, como un acompañante que
realza el sabor general de un plato. Sin embargo, tal vez como muchos de
nosotros ya sabemos, el queso puede ser una mala opción para la dieta si no se
consume de manera responsable. No todas sus variedades son iguales, con algunos
tipos que son claramente mejores que otros para el cuerpo humano.
En este artículo vamos a enumerar sobre los beneficios nutricionales de este delicioso producto lácteo, y
explicarle cómo se puede incluir en su dieta o plan de alimentación, sin correr
el riesgo de problemas de salud.
En los últimos años los
investigadores han especulado que podría haber una conexión entre el consumo de
queso y una menor probabilidad de desarrollar la diabetes de tipo 2. En
general, se piensa que los productos lácteos contienen bacterias probióticas y
una forma especial de la vitamina K que surge durante el proceso de fermentación.
Estas dos propiedades especiales
del queso son las que hacen pensar que ayuda a prevenir la aparición de la
diabetes tipo 2. Sin embargo, hay que señalar que aunque los estudios han
encontrado una fuerte asociación entre los productos lácteos y una menor
probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2, nada ha sido aún establecido para
confirmar una relación beneficiosa directa absoluta.
Aparte de esto, el queso es
también una fuente rica de proteínas y calcio. Debido a esto puede beneficiar a
nuestro cuerpo de dos maneras claramente importantes. La primera es que su alto
contenido de proteína vuelve lenta la absorción de carbohidratos durante el
proceso digestivo, equilibrando de este modo los niveles del azúcar en sangre
al evitar una absorción súbita de los azucares ingeridos. El segundo consiste
en el alto contenido de calcio que se encuentra en los productos lácteos, que
desempeña un papel crucial en el fortalecimiento de los dientes y los huesos.
A pesar de los beneficios
anteriormente señalados, hay que tener cuidado al consumir queso. Como es
natural, contiene altas cantidades de grasas saturadas y calorías, que pueden
aumentar la probabilidad de desarrollar complicaciones de salud, como
enfermedades cardíacas, artritis y pérdida de la memoria.
El queso es conocido por ser rico
en compuestos orgánicos conocidos como aminas. Se cree que las aminas son
responsables del desarrollo de migrañas y dolores de cabeza frecuentes en las
personas sensibles. Cualquier persona que sufre de este tipo de problemas debería
mantenerse alejado del queso por completo. Muchas personas también son
alérgicas a los productos lácteos, y deben tener cuidado al consumir cualquier
alimento que pertenece a este grupo. Lo clave es introducir pequeñas porciones
de quesos en nuestra dieta diaria para disfrutar de los beneficios para la
salud, y evitar los aspectos negativos relacionados a su consumo excesivo.
Disfrutarlo con moderación!
Existen “estrategias” para incorporar de manera saludable este
producto lácteo en su dieta o plan de alimentación personalizado. Para empezar,
algunas variedades de queso son significativamente más saludables que la
mayoría de sus homólogos. El “Parmigiano Reggiano” se hace típicamente a partir
de leche desnatada, y como consecuencia tiende a tener bajo contenido de grasa,
por ejemplo. Cualquier tipo de queso de cabra, como el feta blanco, por
ejemplo, puede ser consumido por las personas intolerantes a la lactosa y
tiende a tener un valor nutricional excelente.
El Queso suizo puede ser una buena opción: aunque es alta en sodio,
también es rico en proteínas, vitamina B y calcio, mientras que es bajo en
calorías. Si te sientes particularmente valiente y deseas abandonar el queso
por completo, los sustitutos vegetarianos como el “queso de soya” se han vuelto
muy populares, y son por lo general las alternativas más saludables del queso
derivado de la leche.