“El colapso de la refinería de Catriel, puede ser
considerado como la “crónica de una muerte anunciada”, opinó el parlamentario
provincial de la CC-ARI.
Pocos elementos existían desde hace tiempo, para sostener
una posibilidad optimista sobre el funcionamiento de ese establecimiento, que
–por varios hechos ocurridos en su corta historia- demuestran que se ha tratado
de un proyecto sin sustentos empresarios serios; solo alimentado por las
posibilidades tentadoras que ofrecen los negocios petroleros.
Pero si bien esas posibilidades existen y muchos la
aprovechan, no es menos cierto que todos aquellos que llevan adelante
emprendimientos sustentables, deben invertir, planificar, arriesgar y ser muy
metódicos en todos los trámites.
Además de las características que deben tener los
empresarios del rubro, también debe existir una contraparte –el propietario de
la materia prima, en este caso, el Estado rionegrino- que debe ser muy exigente
en sus propios comportamientos y en los de sus clientes.
Esta exigencia tampoco se ha dado en este caso. En el
mundo petrolero, la materia prima se paga por adelantado. Tanto se deposita,
tanto se recibe en m3 de crudo. No hay plazos, ni quitas ni contemplaciones.
Es “a cara perro” o “contado rabioso”,
como se dice en el lenguaje de ese ámbito.
El gobierno rionegrino, por lo que se sabe, “fió”
mercadería (petróleo) a un cliente insolvente. Y perdió; pero en realidad
perdimos todos los rionegrinos.
Sobre esta situación, las autoridades deberán dar
explicaciones, empezando por la displicencia que tuvieron los organismos de
contralor respecto de la situación empresaria.
Pero, además, la caída de esta refinería vuelve a la
provincia de Río Negro –cuya actividad hidrocarburífera presenta hoy
perspectivas interesantes-, a un estado de mera productora y “exportadora” de
crudo. Es decir, que el petróleo se extrae y se envía a otros puntos del país
para que se le agregue valor.
Debe ser objetivo del estado provincial, avanzar en el
procesamiento del petróleo y/o el gas que se extrae de sus campos productores.
Pero ese objetivo debe ser encarado con inversionistas serios, que tomen al
emprendimiento como algo sustentable, rentable para ellos y para su contraparte
y con impacto en la sociedad a través de la generación de otras actividades y
de fuentes de trabajo.
Si los organismos del Estado no son fuertes, en cuanto a
controles, exigencias y seguimientos para los interesados en explotar recursos
comunes de los rionegrinos, las tentaciones para los “aventureros” seguirán
estando en la pantalla de ofertas. Y en esta provincia, hay cien ejemplos de
este tipo, empezando por las empresas fantasmas que en otros tiempos hicieron
desastres con la producción y los productores del Alto Valle.
INFOALLEN
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